Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

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LA UNIVERSIDAD HOY

El actual sistema universitario surge y se desarrolla en el seno de una sociedad dividida en clases. Es ahí donde la Universidad, en tanto institución estatal, se estructura como un dispositivo tendiente a la reproducción de las relaciones sociales vigentes.
Por un lado produciendo mano de obra calificada para afrontar las exigencias del sistema productivo / cultural (conformado por el mercado, las grandes empresas y estados). Por el otro, intenta formar intelectuales cómplices con esos sectores, para que compartan y legitimen sus intereses y valores, por medio del refuerzo y desarrollo de la base ideológica y cultural del actual sistema de explotación, control y dominio. Sin embargo, las contradicciones del sistema productivo y la lucha de clases generan, por una parte, una masa de egresados de universidades estatales como destacamento del ejército de reserva, y por otra, cuadros que logran vender su fuerza de trabajo especifica y que median con los cuadros de las universidades privadas.

Jerarquización[1]

La Universidad hoy esta jerarquizada, diferenciándose según la visión oficial por los grados de saber: que van desde los profesores, pasando por los graduados y culmina con los estudiantes (dejando afuera de los órganos de decisión a los docentes auxiliares). Y acá reside la clásica división en claustros. La organización universitaria se asienta sobre una división jerárquica y socioecónomica, ya que los estudiantes están limitados materialmente para acceder a los estudios, y quienes acceden están limitados para intervenir en las decisiones políticas de la institución a diferencia del claustro docente, que tiene una menor limitación sobre el aspecto político.
El principio de un hombre / una mujer / un voto, que rige en todos los ordenes de la vida nacional no rigen para la Universidad, donde el voto de un profesor titular vale 37 veces más que el de un estudiante.
Esta ponderación es un obstáculo para la unificación de los diferentes sectores de la Universidad, porque alimenta criterios corporativos en la toma de decisiones. Estimulando la delegación, elitizando la toma de decisiones, que con una apariencia académica encubre una esencia definidamente política. Así se logra escindir lo ideológico y lo académico como si fueran cosas separadas.
La división en claustros oculta la lucha de clases y los distintos proyectos políticos[2] que existen al interior de cada sector. Al mismo tiempo, dicha escisión jerárquica es funcional a las camarillas, que se asentan fundamentalmente en el cuerpo docente.

Democratización

La abolición de los claustros y la deliberación conjunta en asamblea puede tender a la eliminación de privilegios y es un terreno más favorable para que los universitarios comiencen un proceso de participación y discusión en el que expresen sus puntos de vista sobre el rol de la Universidad en el marco de la sociedad de clases, y sobre todo para incidir en la transformación de la universidad y de la sociedad.
En general, la oposición al arancelamiento sólo pide que la Universidad permanezca pública, reclamando la unidad obrero-estudiantil pero nunca cuestionando el núcleo mismo de la educación superior, es decir, los objetivos que persigue esta institución del Estado.
Políticamente se sigue marcando el mismo paso, los centros de estudiantes ofician centros-shopping o en el mejor de los casos como administradores de la pobreza.
Uno de los efectos de la actual institución universitaria es la separación de lo ideológico y de lo académico. Las agrupaciones estudiantiles, en muchos casos, caen víctimas de esta ilusión y se escinden en grupos de “intervención política” (mayor presupuesto, unidad obrero-estudiantil, fondo de huelga) y agrupaciones académicas que restringen su accionar principal a la vida académica (grupos de estudio, revistas, investigaciones, talleres y charlas) y a ocupar espacio dentro del aparato institucional.
Los rectores y sus aliados estudiantiles extraen su fuerza, en gran medida, de la debilidad y carencia de proyecto del campo opositor, en este sentido es necesario ir delineando un proyecto que permita inscribir a la Universidad en una estrategia anticapitalista de cambio. Ese debe ser nuestro camino.

 

PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES


[1] En muchas Universidades Estatales no hay representación no docente. En todos los casos, la representación estudiantil no es proporcional a su número de integrantes.

[2] Queda abierta la discusión acerca de las principales disputas y conflictos que se dan dentro de la universidad estatal, ya que es difícil pensar una tendencia general sin conocer las situaciones particulares de la mayoría de las academias a nivel regional y nacional.