Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

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VII CONGRESO

Prólogo 

Introducción

 I

 ..."Nada estuvo más alejado de las preocupaciones de los marxistas argentinos, hasta el presente, que el problema del poder"...

 El cuarto congreso partidario comenzaba de esta manera una acertada caracterización de la situación de las fuerzas políticas del país y de sus estrategias, estado y desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas en el país.

El IVº Congreso, fiel a toda elaboración marxista, no fue sólo la lectura de la realidad política y social de la Argentina, sino que fue, a la luz de la historia, la herramienta teórica y la guía más clara, concreta y profunda que tuvimos los revolucionarios para construir la nueva sociedad.

La comprensión de esa realidad, forjada en el transcurso de una creciente actividad combativa del proletariado y el pueblo, permitió el rico desarrollo de la experiencia revolucionaria en el país. Es más, afirmamos que fue esa comprensión la que armó políticamente a la organización y le permitió desarrollar su accionar en un período de auge de masas, con un elevado nivel de participación y capacidad de dirigir.

Durante los 60-70, las nuevas situaciones de auge supieron ser capitalizadas por los grupos que estaban por el desarrollo de la Guerra Revolucionaria como medio que llevaría a la toma del poder.

¿Por qué razón? Porque eran los únicos que estaban de acuerdo en llevar adelante una revolución.

II

Como Partido Revolucionario de los Trabajadores, partido de la clase forjado en la lucha, con compañeros caídos en combate contra el capitalismo, que cuenta con la experiencia de las masas movilizadas y la experiencia de todos los hijos del pueblo que lucharon y luchan por la construcción del Socialismo, es que retomamos el IVº Congreso como base teórica sin olvidar los aportes realizados por el Vº Congreso partidario.

Sabemos, también, que es deber del Partido realizar un profundo balance autocrítico en lo ateniente a su historia como organización político-revolucionaria y en torno a la historia del país.

..."Faltó asimilación del marxismo-leninismo..." fue el comienzo de la autocrítica que leyera nuestro Secretario General Mario Roberto Santucho. Esta Frase, a menudo utilizada tendenciosamente por muchos para descalificar el accionar del Partido al encabezar la Guerra Revolucionaria en Argentina, no fue más que el principio de una tarea pendiente que se cumpliría con la realización del sexto congreso encargado de rectificar la línea, pero que no llegó a concretarse por razones de seguridad y por la caída de muchos compañeros.

Como PRT desconocemos las direcciones posteriores a la caída en combate de la mayoría del buró político del año 1976. Este hecho, acompañado de la no realización del sexto congreso en el país, le impidió a la organización visualizar el reflujo de masas que se venía produciendo en el país, desde mediados de la década del ’70. Estos dos factores, produjeron que no se dieran las pautas para la reorientación y desarrollo de las formas de lucha apropiadas para esa coyuntura. ¿Qué queremos decir? Que no hubo instancia formal ni tiempo para llegar al replanteo táctico y que se siguió operando con una línea errónea.

Desconocemos las direcciones posteriores a la caída en combate de nuestro Secretario General. Repudiamos la decisión de sacar el Partido al exilio. Desconocemos el VIº realizado en el exterior, sobre la sangre de los compañeros que aún combatían en el país.

Fundamentamos nuestra posición en:

La actitud liquidacionista que asumieron las direcciones del Partido en el exterior, que supieron expresarse como dos tendencias: mattinistas y movimientistas. Es necesario, sin embargo, diferenciarlas de la práctica militante sostenida por los compañeros del grupo Vº Congreso, en el marco de la solidaridad internacional.

La ilegalidad partidaria que reviste la realización en el extranjero del VIº Congreso, por haber sido llevado adelante violando normas estatutarias.

La responsabilidad que le cabe a las direcciones posteriores al buró del ’76, en el abandono sufrido por los militantes y por los combatientes presos durante el transcurso de la "noche negra” argentina, compañeros que quedaron desperdigados, sin unidad, sin dirección y sin cobertura partidaria frente a un enemigo atroz. Y que, a pesar de esto, supieron mantenerse como dignos hombres y mujeres del Partido.

Estas tres conductas marcadas aquí nos sirven como base para visualizar el principio de TRAICIÓN. Pero esta TRAICIÓN no se aquietó con el final de la dictadura. Se profundizó durante la apertura democrática que se puede observar en el accionar liquidacionista que sostuvieron las direcciones de "exiliados" y "parientes", que no sólo se adjudicaron la conducción del Partido, sino que arrastraron a la organización a la búsqueda de alianzas meramente electoralistas, llevándolo a la atomización, contribuyendo a la propagación de diversos desviacionismos políticos, no sólo en el seno del Partido, sino también del pueblo, colaborando, así, con la dispersión de la vanguardia política y social que se propuso realizar la burguesía nativa y el imperialismo.

Hoy, los compañeros que planteamos la construcción de una nueva sociedad que esté al servicio del hombre, creemos que el mejor homenaje que podemos realizar a los combatientes del pueblo es el de retomar la construcción del Partido, asumiendo la responsabilidad que reviste esta tarea. Tarea que lleva en sí misma un carácter estratégico: el de construir, junto con el pueblo, la nueva vanguardia político-social que necesita el país para desarrollar su proyecto de liberación.

Por estas razones el PRT se constituye y levanta en los puños de los nuevos compañeros y compañeras la sangre de nuestros combatientes. Levanta las banderas del partido, fiel a la lucha que lo diferenció de todas las organizaciones: la lucha por el Poder y la construcción del Socialismo.

Capítulo 1
El Marxismo y la cuestión del poder.

Sólo del estudio de la realidad se puede extraer una praxis que transforme conscientemente al mundo. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Los marxistas luchamos por la toma del poder y la construcción, en manos de los trabajadores, de esa nueva sociedad donde el hombre no sea lobo del hombre. Entendemos que esta búsqueda va a ser fruto de una larga lucha que tendrá diferentes formas según la etapa. Por estas razones el Partido tendrá que definir una Estrategia Global de Poder que contemple las tareas y consignas adecuadas para cada etapa de la Guerra Revolucionaria. Como parte de ésta, se contemplarán todas las expresiones y la utilización de todos los métodos con los que el pueblo luche por su libertad.

Mucho de los combates cotidianos se desarrollarán de manera profundamente violenta. A veces el pueblo combate sordamente, en el campo de las ideas, de la cultura, en lo político. Muchos lo confunden con quietud, pero, sin embargo, aparece la construcción de formas organizativas nuevas que nacen y surgen al margen del sistema, dinamizando a la sociedad, ejerciendo la verdadera democracia. Surgirán combates callejeros enfrentando al Estado y a su aparato represivo. Debemos entender que ese proceso es parte del desarrollo de la Guerra Revolucionaria, tendiendo a organizar todos los niveles de la violencia hasta llegar a la creación de  su máximo escalón.

Para la formulación de dicha estrategia realizaremos una síntesis de las distintas concepciones estratégicas en la historia del marxismo revolucionario, pasando luego, a trazar los elementos para el desarrollo de nuestra estrategia de poder.

Marx y Engels

Cuando hablamos de los aportes, desde ya, nos referimos al propio Marx quien no sólo enuncia el problema (el sistema, el carácter de la explotación, las herramientas teóricas para construir la nueva sociedad), sino que comienza a demostrar, desde la misma lucha de clases, los pasos necesarios para la toma del poder. Obviamente, la elaboración de su estrategia se debió al estudio del desarrollo de la sociedad en ese período histórico (desarrollo de las fuerzas productivas y de la técnica militar).

En este punto deben diferenciarse dos análisis:

Hasta 1895, la lucha se daba fundamentalmente a través de las barricadas. La revolución se produciría como una gran insurrección. Amplios sectores de la sociedad se plegarían dado el grado de debilidad de un estado burgués naciente, con un aparato militar burgués en formación. En contraposición, se señalaba la concentración del proletariado en las urbes y la fortaleza de sus organizaciones.

Cuando Engels, después de ese año y a la luz de la lucha del proletariado, corrigió la estrategia frente a una realidad diferente, la burguesía con todas sus capas, se volcó hacia el Estado que las contuvo y su carácter se volvió cada vez más internacional. La aparición de contradicciones mayores entre las clases oprimidas, el crecimiento de los ejércitos -tanto en número como en entrenamiento y técnica- hicieron imposible pensar en una insurrección de masas sin preparación para la guerra.

Revolución Rusa

Lenín

Los aportes de Lenín a la teoría revolucionaria son numerosos. Trataremos aquí los más importantes:

Introducción del concepto fuerza motriz-fuerza directriz.

Dada la composición de clases de la Nación Rusa en la que le tocó actuar (Rusia Zarista), percibió que era imposible el desarrollo de una revolución únicamente proletaria. Sin embargo, sólo el proletariado podía encabezar una revolución para toda la sociedad como fruto de una guerra civil prolongada, en la que los revolucionarios aplicaran la guerra de guerrillas para ir templando sus fuerzas. La combinación del accionar de las  masas y el accionar armado maduró la relación y la dirección de los órganos deliberativos de masas (consejos o soviets), para la toma del poder y la construcción del socialismo.

Criterio del Partido Revolucionario.

Quizás uno de los aportes más importantes es el de la organización revolucionaria compuesta por profesionales de la revolución, de orden centralizado con carácter conspirativo y de combate que, en su desarrollo, irá direccionando la lucha que vaya creando los destacamentos proletarios de autodefensa hasta llegar a la construcción del ejército revolucionario.

Trotsky

A diferencia de lo que consideran muchos "trotskistas", Trotsky nunca ignoró el papel de la organización ni la redujo al sindicalismo. Planteaba la creación de milicias de autodefensa, denunciaba y anunciaba claramente el accionar de bandas fascistas y parapoliciales, planteaba la creación de células combatientes en las fábricas como embrión del futuro ejército revolucionario.

Los aportes del estado soviético en torno a sostener un intercambio que ayudara al desarrollo de los Estados Revolucionarios, fueron ejemplo del internacionalismo proletario, así como la participación del pueblo ruso, durante la segunda guerra mundial enfrentando al nazismo, fue ejemplo del protagonismo de las masas en la transformación de una guerra nacional en una guerra popular.

Revolución China.

Existen diferencias sustanciales entre la revolución china y las anteriores que nacen de las características propias de un país con un desarrollo semifeudal, que se encontraba en camino a las reformas democráticas burguesas, con una población, en su mayoría, campesina. La posterior ocupación del imperialismo japonés creó un escenario que llevó a la Guerra Revolucionaria hasta instancias desconocidas.

El accionar del ejército rojo en el campo construyó poder dual, zonas liberadas que cercaron las ciudades. Luego de la intervención de Japón en 1936, la guerra pasó a tener carácter nacional: la unificación de las clases que querían la independencia china bajo el frente único anti japonés, organismo que intervino a nivel internacional. Otros de los hallazgos en la concepción de Mao fue el concepto de guerra popular prolongada.

Revolución Cubana

Las condiciones en que se fue desarrollando la revolución cubana, fueron decisivas para la estrategia de poder que elaboraron los compañeros. Al estudiar los aportes que surgen de esta experiencia, no hay que olvidar que el propio Fidel reconoce la excepcionalidad del proceso cubano en el contexto internacional y nacional como primera instancia. Luego, las elaboraciones del Che, que generalmente se desligan como otra teoría, son parte esencial de la síntesis extraída de dicho proceso. Estas corrientes que promueven el Guevarismo, separándolo de la revolución cubana o entreviendo una dicotomía inexistente entre las ideas de Castro y el Che, sólo benefician a una falsa historia, escrita por el enemigo. Otros, por el contrario, reducen los aportes del Che al estrecho plano militar. Nada más equivocado: las definiciones son profundamente políticas cuando Guevara plantea que la lucha es contra el imperialismo.

Hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistema mundial y es la última etapa del capitalismo.

La finalidad estratégica de la lucha debe ser la destrucción del Imperialismo, de acuerdo con el mensaje a la Tricontinental en el cual Guevara nos plantea claramente el papel que desempeñarían los EEUU en el futuro. También, pronosticó que las revoluciones se producirían en las periferias de los imperios (América tendría una tarea de mucho mayor relieve: la creación del segundo o tercer Viet Nam del mundo). Detallando aún más, avanzó en definir que Asia, África y América Latina serán los lugares en los que se librarán las futuras guerras contra los opresores.

En ese marco promueve la consigna "Crear uno, dos, tres, muchos Viet Nam". Quizás, para finalizar, es necesario releer atentamente al Che cuando nos dice "los combates no serán meramente luchas callejeras de piedras y palos contra gases lacrimógenos ni huelgas generales pacíficas ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruye en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes. Será una lucha cruenta donde un frente estará en los refugios guerrilleros en las ciudades y en las casas de los combatientes".

Debemos destacar los aportes realizados por los pueblos y el gobierno cubano en el plano de la solidaridad internacional apoyando los movimientos revolucionarios en todo el mundo.

Revolución Vietnamita

Existen muchas experiencias para extraer de las revoluciones, pero quizás Viet Nam es en donde se plasma más rotundamente el potencial de un pueblo cuando persigue la conquista de su libertad, como así también donde se muestra, con mayor claridad, la crueldad de los enemigos de clase encarnados en el imperialismo norteamericano. Para precisar estas afirmaciones, cabe señalar que el valiente pueblo de Viet Nam resistió tres intervenciones militares imperialistas (Japón, Francia y EEUU). Libró una Guerra contra tres potencias salvajes y asesinas que poseían medios técnicos y económicos ampliamente superiores, valiéndose de la infinita sabiduría de un pueblo y su heroica determinación. Es indispensable entender que no sólo es necesario, sino que también es posible vencer. Al observar la estrategia de Viet Nam, advertimos la múltiple variedad de tácticas que adquirió la organización del pueblo en el transcurso de la guerra de resistencia popular.

Viet Nam nos enseña la articulación de la lucha en todos los niveles, la habilidad política de leer la situación concreta, la concepción profunda de que la revolución la hacen los pueblos, el principio de hacer de cada hombre un combatiente, la extensión de la Guerra Revolucionaria a todos los terrenos: político, militar, económico y cultural, la compresión de que el desarrollo de la guerra va a ser prolongado y desigual y que, no sólo la cuestión es tomar el poder, sino que el poder se construye gradualmente (forjando organismos, liberando zonas, ejecutando lo que el PRT definirá como poder dual).

PRT
Los aportes realizados por el partido son:

La determinación de que sólo un Partido revolucionario nutrido de las experiencias del pueblo, con sus mejores hijos, con los trabajadores como sujetos históricos, llevarían adelante el proceso revolucionario.

Que es indispensable la creación escalonada de diferentes organismos, ya sea en el plano social, en el sindical, en el político o cultural, en el contexto de que la revolución la protagonizan los pueblos.

La caracterización correcta de las dimensiones del enemigo y de la guerra futura: era evidente que nos enfrentábamos a una guerra popular prolongada que se iría desarrollando en una primera etapa, fundamentalmente, en las zonas urbanas.

Promovió la unidad de las organizaciones armadas a partir de desarrollar la idea y crear el Frente Político que unificara sus luchas. Esto fue reflejado en el lanzamiento del FAS.

Combatió las expresiones burguesas en todas sus formas, centrando su atención sobre el populismo y el reformismo.

En lo internacional, el esfuerzo del PRT pasó por crear la Junta Coordinadora Revolucionaria en la Región.

Es necesario tomar en cuenta estos aportes a la hora de construir nuestra estrategia, para alcanzar nuestro objetivo: la construcción de la nueva sociedad: el Socialismo.

 

Capítulo 2
Nuestro partido y la estrategia de poder.

 I

El surgimiento del Partido Revolucionario de los Trabajadores se dio cuando la revolución socialista estaba planteada en varios países del mundo (se expresa en Viet Nam, en la guerra de liberación nacional que libraban los países en África, Europa y en los embrionarios procesos y movimientos de liberación presentes en los países latinoamericanos influenciados por la Revolución Cubana).

En el plano nacional, si bien hubo luchas y enfrentamientos desde la conformación del proletariado como tal (constituido por la influencia de corrientes inmigratorias -externas e internas- y su asentamiento en urbes), es decir, desde la aparición de las primeras organizaciones anarquistas hasta la resistencia peronista, no hubo en nuestro país ninguna organización que se planteara  la cuestión del poder.

Es más, nada estuvo más alejado de las preocupaciones de los socialistas, los comunistas y los trotskistas que el problema del poder y de la organización de la violencia en sus distintos niveles como una de las vías posibles.

Fue nuestro Partido el que, siguiendo los lineamientos del marxismo revolucionario, fijó su política como partido de clase y asumió la conducción de la Guerra Revolucionaria.

Hoy, se torna necesario revisar el pasado de nuestro Partido; trazar un paralelo y poder determinar si existe la misma relación de fuerzas y si contamos con la misma educación política del pueblo.

II 

No hemos asimilado plenamente el marxismo-leninismo. Esta idea la planteó nuestro secretario general, Mario Roberto Santucho, tiempo antes de su caída en combate.

Ubicándonos en el período histórico de auge y reflujo de las masas de nuestro pueblo y también en el contexto regional (Cono sur) se demuestra que no se tuvo en cuenta el proyecto del imperialismo para Latinoamérica que, en dos o tres años, supo desarticular, temporalmente, estas experiencias.

El reflujo de masas que se produjo a mediados de la década del ’70 en nuestro país, no fue percibido por el partido y no fue asimilado debidamente, lo cual produjo que no se dieran pautas para la reorientación de las formas de lucha apropiadas para esa coyuntura (no hubo tiempo de un replanteo táctico).

Hoy, las limitaciones que presentan el proletariado y el pueblo para la elaboración de una estrategia de poder, es decir, para la elaboración de un proyecto de autonomía e independencia política y económica (del proletariado y el pueblo para el proletariado y el pueblo), son producto de las concepciones y prácticas de tipo reformistas y oportunistas que se encuentran en su seno, por lo cual desarrolla prácticas sociales políticamente erróneas, situación que nos demanda erradicar estas concepciones y prácticas frente a las masas, si queremos continuar con la misión histórica de ser la dirección revolucionaria del nuevo período.

La táctica debe determinar el qué hacer específico, de acuerdo con las circunstancias históricas concretas y, también, debe saber adaptarse a las diversas condiciones.

Debemos saber que la correlación de fuerzas en lo táctico mundial y continental está cambiando:

§     El primer Estado socialista no existe.

§     El bloque socialista, tampoco.

§     El bloque de la O.L.A. (en su aspecto estratégico) no llegó a concretarse: salvo la experiencia de las FARC-EP, todas fueron derrotadas.

A nivel país, el análisis coyuntural pasa por dos puntos esenciales:

§     La incapacidad de la burguesía para resolver los problemas del desarrollo económico.

§     La falta de perspectiva para legitimar el régimen parlamentario.

¿Qué otros elementos debemos considerar?

§     Definir correctamente a los enemigos de la revolución (estratégicos y tácticos) evaluando su fuerza y su probable estrategia.

§     Determinar la fuerza motriz de cambio y los posibles aliados de la revolución.

§     Construir el frente social que lleve adelante la revolución.

§     Determinar la vía estratégica para la revolución.

El momento actual de nuestro país se caracteriza por una agudización de la lucha de clases, proceso que a su vez configura una verdadera preparación para desarrollar enfrentamientos más agudos y decisivos.

El Partido, como organización revolucionaria, tiene la obligación de impulsar la tarea principal: la inserción en el seno del pueblo, llevando el objetivo estratégico de la lucha de clases, la toma del poder político y la derrota de la burguesía.

Decimos que las políticas de la organización deben plantearse en situaciones concretas y que será esta política la que determinará la acción y las tareas.

III 

Prever las acciones del proletariado y el pueblo, la burguesía y el capitalismo.

La creciente desocupación de la masa laboral y la falta de respuestas genuinas  convierten a una parte del pueblo en nuevo actor social, con formas propias de organización y se los percibe como "el único sector" que enfrenta al capitalismo y no como al sector solamente más movilizado.

Hay que tener en cuenta que este sector, como otros sectores sociales en conflicto, se encuentra todavía en estado defensivo. Pero las condiciones objetivas y subjetivas irán madurando y encaminarán al pueblo a pasar a la ofensiva, superando todo lo visto hasta hoy, transformando las derrotas en triunfos.

El camino de la revolución en nuestro país nos exigirá saber respetar el lenguaje y los métodos de lucha que se den el proletariado y sus aliados de clase, sobre todo, las tradiciones de luchas que traen en su seno.

También debemos saber que hasta ahora, las direcciones sindicales no elevaron su nivel de conciencia y no plantean el problema del poder ni la independencia política de la clase respecto de la burguesía y del peronismo. Su experiencia radica en el reformismo economicista, alineándose a la derecha fascista del peronismo.

Debemos tomar los aciertos y errores de nuestro partido, los de otras organizaciones hermanas sin dejar de tener en cuenta las desviaciones oportunistas y sin olvidar la nefasta práctica de algunas de las organizaciones de izquierda: el  entrismo.

Como partido de combate, y confiando en nuestra clase y el pueblo, debemos insertarnos  en el proceso hacia el auge que lentamente se va desarrollar.

Nuestro pueblo ha demostrado, a través de su historia, su capacidad de lucha. La tarea de hoy es aportar experiencia y reflexiones. Dirigir y garantizar las luchas del pueblo. Por eso, se torna necesario incrementar nuestra influencia como Partido, creando y preparando nuevas formas de combate.

Debemos tener en cuenta los dos polos de la contradicción y aplicar el pensamiento revolucionario para distinguir en ella lo fundamental de lo secundario, analizando las distintas etapas (defensiva-equilibrio-ofensiva), sabiendo guiar a la clase a través de éstas hacia la toma del poder.

Decimos que la toma del poder político no tiene, todavía, un camino definido y vemos como probable que la lucha no se inicie como una insurrección popular, sino como reacción defensiva en circunstancias del más profundo retroceso. La construcción de la fuerza que garantizará la toma del poder se planteará sobre la base de la experiencia y a la luz de las nuevas formas organizativas que el pueblo vaya desarrollando.

Decimos  no haber perdido la única misión que tenemos: hacer la revolución.

Y afirmamos que el proletariado y el pueblo, únicos herederos de nuestro partido y de sus símbolos, dejan atrás la frustración, los errores y la deformación, retomando el camino trazado en 1965, actualizando su estrategia de poder,  partiendo del análisis concreto y del conocimiento exhaustivo de la práctica y de la teoría de la revolución mundial, para aplicar sus leyes generales a las particularidades de la Revolución en Argentina.

 

Capítulo 3
Situación Internacional.

 I

El capitalismo atraviesa por una crisis de ciclo largo que comenzó en la década del ’70 con el fracaso del llamado Estado Keynesiano. No existe tal fracaso: fue una etapa necesaria, agotada y eclipsada por el desarrollo del capital financiero.

EEUU logró sortear esa crisis mediante los empréstitos japoneses, árabes y europeos, pasando de ser el principal acreedor al principal deudor del mundo. Esta crisis mundial abarcó también a los países del llamado bloque socialista que, entre otros aspectos, generó su derrumbe, fundamentalmente, por tres razones:

1) El abaratamiento y la velocidad de la información por la aplicación de las nuevas tecnologías en la producción y los mercados, surgidas durante la segunda guerra mundial (satélites, informática, internet).

2) El abaratamiento de los costos de transporte.

3) La existencia de una enorme masa de capitales disponibles.

Como forma de superar esta nueva crisis se llevaron adelante reformas económicas que dieron término al llamado Estado Keynesiano. Estas reformas iniciaron un nuevo modelo de acumulación a través de la reducción de la mano de obra y exportación de capitales, no como forma de expandir la industria, sino como préstamos para la adquisición de productos elaborados en el primer mundo. El capital financiero adquirió un lugar preponderante. En alguna medida, este proceso es comparable con la primera etapa de acumulación imperialista de principios del siglo XX.

Debemos afirmar que las crisis del capitalismo devienen de las propias leyes y contradicciones que se generan de la ley fundamental: "producción social versus apropiación privada" y no de tendencias históricas señaladas y analizadas por Carlos Marx, hace ya 150 años, como la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que, simplemente, significa mayor capital fijo y menor capital variable, lo que explica la incorporación de tecnología y las gravísimas consecuencias de miseria para la humanidad.

Por lo tanto, la primera y única manifestación de la crisis capitalista es la de superproducción, que se manifiesta en el aumento desmesurado de la oferta y el achicamiento proporcionalmente profundo de la demanda por la irracional expulsión de seres humanos del mercado.

La caída del modelo de construcción socialista en Europa del Este y la URSS permitió la uní polaridad político-militar de EEUU y la tripolaridad económica que se denominó "nuevo orden mundial" a partir de la Guerra del Golfo con un capitalismo sin contrapeso.

El derrumbe de los países del "socialismo real", hacia 1989, también debilitó la resistencia obrera a esta forma de acumulación y aceleró la implementación de las reformas a nivel mundial, que alcanzaron su punto máximo en la década de los ’90.

Esto derivó en un nuevo reparto del trabajo y del mercado en el ámbito mundial que se desarrolla hasta la actualidad. La integración de países y centenares de millones de trabajadores en la nueva división internacional del trabajo se impuso bajo el afán de lucro de un gigantesco conglomerado de capitalistas.

Lejos de atenuarse las contradicciones, tal como dice Lenín acerca de los monopolios, se agudizaron. Surgió un nuevo realineamiento del mundo que está llevando a un cambio que implica la pérdida de la preeminencia de las corporaciones y compañías  norteamericanas en el concierto económico mundial.

En el VIº Congreso afirmábamos:

"Casi un 48% de las 500 mayores compañías y bancos en el mundo son de los EEUU y un 30% son de la unión Europea, sólo 10% son japonesas. Es decir, casi el 90% de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas". Esto se desarrolla en un marco de recomposición político-militar en el mundo.

Pero aún el poder económico está en esas tres unidades geográfico-económicas. Los estados nacionales, en este caso los estados imperialistas, no están desapareciendo, sino que son prioritarios para entender los centros de poder político y económico. Las compañías de EEUU pierden en manos de corporaciones europeas y asiáticas.

África y América Latina están ausentes de la lista. Y los llamados Tigres Asiáticos tienen tres compañías entre las principales quinientas, menos de un 1%. China, aparece con un crecimiento sostenido del 6% al 8 % anual del PGB (PRODUCTO GEOGRÁFICO BRUTO). Según estimaciones de algunos economistas si siguiera manteniendo este ritmo de desarrollo, en el 2030 sería la segunda potencia mundial.

Superando los pronósticos, China creciendo al mismo ritmo en que lo venía haciendo ha logrado convertirse en el eje del comercio en el área ASEAM, prácticamente desplazando a Japón y convirtiéndose en uno de los principales proveedores y acreedores de EEUU. Junto con Japón es uno de los mayores tenedores de títulos de la deuda norteamericana.

No sólo esta preeminencia económica de China es producto de su economía "floreciente", sino también debido a la paulatina profundización de la crisis en Europa, EEUU y Japón que no han logrado salir de la parálisis en que están sumergidos desde el ’97. Decíamos en el VIº Congreso:

Los mercados mundiales están divididos entre las principales 238 compañías y bancos de los EEUU y las 153 de la Unión Europea. Esta concentración de poder es lo que define la naturaleza imperialista de la economía mundial, junto con los mercados que controlan, las materias primas que saquean (80% de las principales compañías de petróleo y gas son propiedades estadounidenses o europeas) y de la fuerza de trabajo que explotan.

Al concentrar la producción, los capitales, la tecnología y los medios de comunicación, acumularon un enorme poder para manipular las necesidades, imponer los métodos de producción, decidir el auge o decadencia de ciudades, regiones, países y continentes y lanzar a otros centenares de millones de seres humanos a la marginalidad y exclusión con la consiguiente disminución del consumo. El sistema capitalista, que con la expansión neoliberal alcanzó una extensión nunca antes vista, entró en crisis de superproducción, unida a la especulación financiera, afectada además, por el impacto cuantitativo y cualitativo del desarrollo de las fuerzas productivas en lo que se denomina la revolución científico-tecnológica.

El inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, que en expansión permanente y ascendente revoluciona los sistemas sociales, está en contradicción con las reaccionarias relaciones de producción, las que en gran medida comprimen este inmenso desarrollo del sistema capitalista o lo condicionan en función del lucro o la especulación de unos pocos y no en beneficio de toda la humanidad. Esta contradicción fundamental de las formaciones económicas y sociales acentúa la crisis del sistema capitalista hoy. Los procesos que antes eran lentos se aceleran y van acortando las periodicidades de las etapas críticas. Por supuesto, al principio, esta situación aparecía o se presentaba como "situaciones coyunturales", desconectadas una de otras: el "Efecto Tequila", la "crisis asiática", el "efecto Vodka" y varios otros "efectos" que fueron marcando la tendencia en la marcha de la economía mundial, hasta que la crisis empezó a afectar a los países centrales. En 1999, EEUU, llamado "el motor de la economía mundial", entró oficialmente en recesión que desaceleró a la economía en el resto del mundo; Europa ya estaba en crisis recesiva por lo que se resintió profundamente, al igual que Japón con una economía altamente entrelazada a la estadounidense.

Estamos en medio de esta crisis cíclica larga, que aún no toca fondo y tiene como característica esencial la enorme concentración política y económica.

China sé ha convertido en el mayor comprador de armas del mundo y, como decíamos anteriormente, lejos de atenuarse las contradicciones en su agudización hacen oír aprestos de guerra.

II

La crisis en EEUU

Dicha crisis se expresa, principalmente, con fraudes multimillonarios, conocidos recientemente, cometidos por muchas de las mayores compañías de energía, petróleo y comunicación, bancos de inversión, firmas de contabilidad y mega conglomerados en EEUU y otras partes del mundo. El número de pensionados, empleados e inversionistas que han perdido sus ahorros llega a decenas de millones. Como consecuencia directa de la crisis, la pérdida del empleo afecta a cientos de miles de norteamericanos y la posibilidad de fuga del país de cientos de empresas en búsqueda de mejores condiciones.

Otra consecuencia directa ha sido la pérdida de legitimidad de los grandes bancos de inversión, una disminución masiva de la inversión extranjera y el retiro de capitales en EEUU. Esta fuga de capital foráneo ha debilitado sustancialmente al dólar y amenaza con llevar a niveles alarmantes el déficit de las cuentas externas estadounidenses, lo que obligaría a reducir las importaciones y el nivel de vida de los norteamericanos. La pronunciada caída en la inversión extranjera se debe a que los capitalistas ya no confían en los informes de utilidades de las grandes corporaciones financieras. El resultado es que el mercado de valores declina y las pérdidas en acciones persisten en 2002 por tercer año consecutivo, las quiebras de consorcios importantes aumentan y las utilidades decaen (tendencia decreciente de ganancia).

La economía de los EEUU depende esencialmente del flujo masivo de fondos de los inversionistas extranjeros para mantener su déficit interno (el déficit de su balanza comercial para este año se estima entre 400 y 500 mil millones), está privada de sus empresas competitivas y es incapaz de limitar sus importaciones de artículos de consumo.

Esta contradicción no puede ser resuelta porque la dirigencia política está comprometida con la construcción imperial y la única concesión que puede hacer a la economía doméstica son mayores subsidios y más proteccionismo, con el consiguiente aumento de tensiones y conflictos con sus competidores imperiales de Europa y de los regímenes exportadores del Tercer Mundo.

Actualmente, los bancos centrales asiáticos controlan el 80% de los dólares en circulación y financian, aproximadamente, el 65% del balance norteamericano.

Estrategia imperialista para enfrentar la crisis.

La respuesta del imperialismo ante la crisis es la profundización del sistema capitalista mediante el uso de la fuerza. En la nueva situación mundial, EEUU debe enfrentar: por una parte, su debilitamiento interno en lo político, con crisis de representación (de acuerdo con el resultado de las últimas elecciones); en el aspecto económico, la recesión y sus consecuencias sociales y, por último, el debilitamiento de su hegemonía en Europa, Medio Oriente y América Latina, por lo cual busca recuperar la hegemonía alcanzada en 1990 e impone sus propósitos inclusive a otras potencias capitalistas. Imposición imposible por dos razones:

§     Porque el petróleo es de interés europeo y japonés.

§     Por las contradicciones inherentes de la lucha interimperialista.

Pueblos y países que pugnan por poner fin a esta situación y conquistar su plena soberanía y autodeterminación, están frente a la amenaza de su intervención económica, política y militar. En especial, después de los atentados del 11 de septiembre del 2001.

Irak fue el primero en la lista de los nombrados miembros del "eje del mal". La invasión a Irak no tuvo las mismas razones que la de Afganistán. La verdadera razón de la invasión no es la "posesión de armas de destrucción masiva" ni tampoco el petróleo: fue el emergente de la lucha interimperialista que se manifiesta en la confrontación EURO-DÓLAR.

En el año 2000 el Consejo de Seguridad, por iniciativa de Francia, autorizó a Irak a vender su petróleo bajo el "PLAN ALIMENTOS POR PETRÓLEO" en paridad con el euro, lo cual significó, nada más y nada menos, que llevar la lucha interimperialista al terreno de la disputa de la preeminencia de la moneda europea contra el dólar. Corea del Norte, siguiendo el ejemplo de Irak, pone su economía en paridad con el euro; Irán lo hace con su petróleo, razones fundamentales por las que se los encuadra como integrantes del "eje del mal". Son países que se niegan a solventar los déficits norteamericanos, porque la manipulación de la divisa internacional es uno de los mecanismos que usa el imperialismo de EEUU (y lo usará el Europeo y Japonés) para trasladar el efecto de su crisis a los países periféricos.

Afganistán fue invadido para garantizar el flujo del petróleo de Asia Central hacia el Golfo Pérsico, en una clara disputa con la Unión Europea.

En esta nueva política es preponderante la importancia que le asigna al militarismo, a diferencia del pasado reciente cuando las instituciones económicas, el FMI y el Banco Mundial, eran suficientes en el mercado como instrumento de dominación y extensión del poder hegemónico.

En lo económico se retrocede al discurso nacionalista y de proteccionismo económico, contrario al discurso de globalización económica y neoliberalismo anterior, dentro de EEUU. Sin embargo, se acelera la promulgación de promoción comercial "FASK TRACK" o vía rápida que permite al poder ejecutivo de EEUU sellar rápidamente acuerdos comerciales con terceros países. Proteccionismo nacional y desregulación internacional son el inicio para la implementación del ALCA, que sería un pacto de desregulación entre la mayor potencia y un conjunto de países cuyos PBI (Producto Bruto Interno) sumados no supera al de EEUU.

En lo militar, EEUU cambia su estrategia de contención por una de expansión, es decir, pasa de una estrategia defensiva a una ofensiva. Con ella, los Imperialistas norteamericanos se auto asignan el derecho de agredir a cualquier país. El senado de EEUU aprobó, por abrumadora mayoría y muy poco debate, un proyecto de ley que le otorga al Pentágono 355.400 millones de dólares para los gastos militares de 2003. Este aumento es el más importante que registra el Pentágono en más de 20 años y representa cerca del 40% de los gastos totales del mundo en materia de defensa. Consideran la necesidad de abandonar las actuales suposiciones estratégicas y de organizar a las fuerzas estadounidenses para combatir contra enemigos desconocidos y circunstancias inesperadas, poniendo énfasis en tecnologías avanzadas. El Departamento de Defensa ya no organizará sus fuerzas para contrarrestar amenazas militares específicas provenientes de enemigos claramente identificados: en su lugar, adquirirá la capacidad y flexibilidad para derrotar cualquier tipo de ataque concebible montado por cualquier adversario imaginable, en cualquier momento, desde ahora hasta el más remoto futuro.

La punta de lanza de esta estrategia se dirige hacia los países de Medio Oriente por su situación geográfica, su carácter de primer productor de petróleo y por ser el principal, sino el único, abastecedor de Europa, a diferencia de EEUU que cuenta con otras reservas.

Con ello estimulan su economía: con los gastos militares exteriorizan las contradicciones internas y distraen a sus pueblos para que, frente a la profundización de la crisis y del declive de la moneda internacional (dólar),  piensen que el problema no es su capitalismo, sino los obstáculos en el exterior. El aumento de su déficit fiscal, de su deuda externa y de la cada vez más dificultosa captación de inversiones se traducen en un aumento continuo y periódico de su tasa de interés que, por un lado, aumenta el endeudamiento de su pueblo sin lograr su objetivo y, por el otro, aumenta la desconfianza de los inversores extranjeros  en las bondades de la economía norteamericana.

El proletariado europeo tiene una larga historia y experiencia de lucha, a diferencia del norteamericano. Podemos prever que los sueños hegemónicos de la burguesía imperialista de la Unión Europea son nada más que esos sueños.

Existe un embrionario debate sobre fin y el post liderazgo estadounidense, pero en estos debates el gran ausente es el proletariado europeo y mundial. Todos quieren ver a la burguesía Imperialista europea o japonesa como "mejor", como "más humana", pero se olvidan de la historia: la colonización de América, África, India, Asia y Oceanía, de los millones de muertos en el altar del único Dios del Capitalismo: el signo monetario. Por él enlutaron al mundo y lo seguirán haciendo.

Lo expuesto se traduce en grave inestabilidad internacional, peligro para los sistemas democráticos, un recorte a las libertades individuales y vía libre para enfrentar, bajo la carátula de terroristas o narcotraficantes, a los opositores, como expresa la campaña difamatoria contra Cuba y Venezuela, el Plan Colombia o la lista de 80 países "delincuentes" establecida arbitraria y unilateralmente por EEUU.

III 

América Latina.

En América Latina se impuso este modelo de acumulación capitalista neoliberal mediante el uso de la fuerza, a través de sucesivos golpes de estado generados por las fuerzas armadas y del orden burgués, brazos armados que se encuentran al servicio del imperialismo y de los gerentes locales de las burguesías. La brutal represión eliminó a las vanguardias políticas y sociales con impacto en toda una generación.

América Latina entró en la década del ’80 con un problema grave de acumulación de deuda externa que se transformó en incobrable e impagable y, por tanto, sin solución. La deuda externa fue utilizada políticamente como excusa para imponer el proceso de privatizaciones que en diferentes niveles implementaron o se encuentran en fase de implementación. En los países americanos, en donde este proceso fue llevado hasta el final, los resultados fueron desastrosos. No sólo pusieron a la mayoría de las empresas de servicios públicos y otras, netamente productivas (que estaban en manos de los Estados), en propiedad directa del capital imperialista, sino que la masa de dinero proveniente de esas privatizaciones se utilizó y se utiliza para garantizar gobiernos y dirigencias políticas serviles a los intereses del Imperio, mediante la corrupción generalizada de todas las esferas de poder de las sociedades de los países Latinoamericanos, lo que en los hechos significó el fin de las llamadas burguesías nacionales, transformándolas en absolutamente funcionales y libremente asociadas a la estrategia del Imperialismo.

Como resultado de este proceso, América Latina en general ha aumentado su deuda externa en un 400% y no ha resuelto ninguno de sus problemas estructurales. Al contrario, se han agudizado con un modelo de acumulación que ha colapsado absolutamente. Hoy está en crisis todo el sistema político, tanto el ejecutivo, el legislativo y el poder judicial. Todo el sistema financiero y productivo está en una crisis profunda y no se avizora, dentro del sistema capitalista, una posible salida. Lo mismo ocurre en lo social con los dirigentes sindicales, estudiantiles, barriales, etc., vinculados a los partidos tradicionales pro sistema.

La política exterior de los EEUU hacia la región está dirigida a mantener su control. El endurecimiento de las exigencias económicas viene acompañado de una ofensiva política, desplegada a nivel continental, que tiene en el ALCA su parte económica, en la OEA su parte política y, para contener el necesario avance y ascenso de las luchas populares, su parte militar se refleja en el despliegue de sus fuerzas armadas en toda la Región y en la intención de integrar una fuerza armada con el conjunto de los países latinoamericanos para utilizarla en el aplastamiento y represión de los movimientos revolucionarios. Colombia se encuentra en una primera instancia y otros, después.

El primer país latinoamericano en el que se ensayó el ALCA fue México (1993). Entre las consecuencias, México, en 1995, sufrió una grave crisis financiera. Su saneamiento costó 75 mil millones de dólares que se convirtió en deuda pública; la brecha entre ricos y pobres aumentó; la economía que exporta el 90% de su producción a los EEUU apenas crecerá un 1,5%; el 50% de los mexicanos viven en la pobreza. En EEUU, los sindicatos advirtieron, en 1993, que significaría la pérdida de miles de empleos en su país, pues muchas empresas se trasladarían a México en busca de mano de obra barata.

Esta ofensiva se despliega en momentos en que los pueblos de América Latina se encuentran, en su mayoría, convulsionados, protagonizando luchas crecientes, buscando contrarrestar los efectos de las políticas de la última década. Si bien el avance del capitalismo, en su etapa neoliberal, sólo pudo darse en el marco de una derrota de la clase obrera (y en general de las masas populares), decir que no existen ni existieron resistencias sería un error.

De hecho, los ’90 fueron una de las décadas más conflictivas que se recuerden. La carencia de un proyecto revolucionario hace que las luchas sean dispersas, reivindicativas y que no apunten a la toma del poder por la clase obrera y el pueblo.

Cuba continúa resistiendo y es un faro de dignidad y coraje ante las embestidas del Imperialismo norteamericano.

En Colombia, las FARC-EP y el ELN han crecido ininterrumpidamente en el transcurso de estos últimos diez años y controlan, aproximadamente, el 50% del territorio, forzando la intervención cada vez más descarada de los EEUU.

En Ecuador, luego de la insurrección de 1998, la represión atacó duramente al movimiento indígena. Actualmente se encuentra en crisis, con varias fracturas y una desorientación general. Producto de esta crisis se manifestó un avance en el movimiento de masas en las últimas elecciones donde fue electo Lucio Gutiérrez y un retroceso cuando éste las traicionó. En Quito, se asientan las oficinas del COMANDO SUR DEL EJERCITO NORTEAMERICANO que, sumado a la Base de Manta y la Escuela de Selva, son el símil de LA ESCUELA DE LAS AMERICAS. Su economía esta dolarizada y la pobreza avanza al compás de la devaluación: un 46% de su población vive con menos de dos dólares diarios.

Muy similar es la situación de El Salvador y Panamá: sus burguesías prefieren pagar la deuda y seguir el círculo de endeudamiento.

En Perú, Sendero Luminoso y el MRTA sufrieron duros golpes, pero recientemente las masas populares han forzado al gobierno de Toledo a retroceder con las privatizaciones, al igual que en Paraguay, donde los movimientos de campesinos llegaron a sitiar la capital y lograron progresos importantes.

En Bolivia, luego de un período de acumulación importante, centrado en los movimientos campesinos y sectores obreros, el MÁS (Movimiento al Socialismo) disputó la presidencia convencido de la posibilidad de lograr cambios estructurales por la vía electoral. Algo imposible dado el avance de las masas reivindicando la nacionalización de los hidrocarburos, que forzó la renuncia de Sánchez De Lozada. La asunción de su vicepresidente Carlos Mesa no logró desactivar la movilización: muy por el contrario, cuestionó profundamente las políticas reformistas del Movimiento Al Socialismo empujándolo a cogobernar y sellando, prácticamente, el posible ingreso vía electoral hacia la administración del poder; desactivo la política de Mesa y Evo Morales de intentar llevar al país hacia la guerra con Chile por la salida al mar. Creemos que las movilizaciones van en busca de puntos comunes y tienen tintes cada vez más políticos y que no será el MAS quien conduzca las próximas luchas a desatarse. es en Bolivia, quizás, donde más clara se manifiesta la derrota de las vanguardias políticas y sociales porque su situación no se define por la ausencia de una vanguardia y de dirigentes con vocación de poder.

En Venezuela, se encuentra en el poder Hugo Chávez, quien sobrevivió a un golpe de estado pues las masas y sectores de las FF.AA desafiaron abiertamente a los golpistas asociados a EE.UU., dejando al desnudo su debilidad actual e impidiéndoles aplicar sus dictados imperiales. Después de 48 horas, Chávez fue repuesto en el palacio de Miraflores y hoy se encuentra nuevamente empantanado porque el imperialismo, que tiene o que adopta el rostro de burocracia estatal, de latifundista, de burguesía financiera, de banquero, de empresario industrial, boicotea exitosamente el avance de la revolución bolivariana, situación que pone a VENEZUELA en una disyuntiva de hierro: o avanza violentamente hacia la toma del poder político o será dramática y sangrientamente derrotada. Hay signos auspiciosos de un renacimiento de la revolución, una búsqueda de organizarse y una movilización permanente de las masas que será terreno fértil para la prédica de los revolucionarios. No creemos que este punto de equilibrio pueda sostenerse mucho más y los revolucionarios deberían apresurar el paso para ponerse a la altura que la historia les exige.

Respecto de BRASIL, decíamos en el VIº Congreso: “Lula, como candidato del PT, se ha transformado en favorito para las elecciones presidenciales y, aunque la campaña de desprestigio comienza a dar sus frutos, todavía no hay nada dicho. Brasil, como principal economía de Latinoamérica, tiene una capacidad política mucho mayor que el resto y, por lo tanto, el camino que emprenda en un futuro cercano es importantísimo para el desarrollo de una opción diferente a la propuesta por EEUU: si triunfa Lula, una alianza entre este socialdemócrata y el nacionalista Chávez podría darle nuevos bríos al MERCOSUR y constituir un polo contrario al de los yanquis. Este es, precisamente, su mayor temor y contra esta posibilidad están dirigiendo todos sus esfuerzos, inclusive, la posibilidad de cooptación de Lula y el PT”. Es evidente que en este análisis primaron nuestros deseos y desconocimientos, más algunos análisis no marxistas sobre la realidad de Brasil: Lula fue elegido en una alianza con la derecha, no fue cooptado. Es más, fue por su propia voluntad, lo cual es una muestra fehaciente de que la ideología no es patrimonio de un individuo, sino de una clase social: Lula es un campesino proletarizado o sea, ideológicamente un burgués. También queda claramente demostrado que ser sindicalista o dirigente sindical, por más combativo que sea, no impide que los individuos o dirigentes sean funcionales a los intereses de la burguesía. No vimos y, por lo tanto, no analizamos libres de pasiones que el MERCOSUUR es un proyecto de y para la burguesía y, en el mejor de los casos, en la lucha contra el imperialismo, es nada más y nada menos, que una herramienta de negociación de mejores términos de intercambio a favor de los intereses de las burguesías locales. Los obreros y proletarios del MERCOSUR no pueden ni deben esperar nada de estas burguesías declinantes y travestidas que sólo generan más muertes, hambrunas y genocidios. No nos olvidemos que en la década del ’70 no estábamos equivocados y que el imperialismo yanqui tiene su socio en el Cono Sur: la burguesía brasilera. Con o sin Lula. Ellos serán la columna principal de la santa alianza de la burguesía para reprimir a los revolucionarios: no olvidemos su papel en el PLAN CONDOR, por eso no debemos confundir a sus dirigentes con su pueblo.

En Uruguay ha triunfado, en las últimas elecciones, el Frente Amplio: una alianza que sostendrá los postulados de la burguesía financiera, aunque no sin reticencias ni resistencia que dependerán de la calidad e intensidad de las movilizaciones populares y de la permeabilidad de los dirigentes a las mismas. Será una rica experiencia para el pueblo uruguayo, pero no tenemos dudas de que será un fracaso anunciado de la socialdemocracia del subdesarrollo. las riquezas acumuladas, producto del trabajo y la sangre del pueblo, no cambiarán de manos: sólo se administrará más prolijamente la miseria.

Chile, disfrazada de grandes estadísticas, esconde su cruda realidad de hambre y miseria. La inequidad es la norma. Millones de personas viven con salarios de hambre y una minoría absoluta vive bien a costa de los sufrimientos de la inmensa mayoría, algo que no asombra. Podemos comparar sus estadísticas con todas las de Latinoamérica y no habrá diferencia. Por eso las proyecciones para los pueblos latinoamericanos son de lucha permanente, no sólo VENEZUELA se encuentra en esta encrucijada: podemos afirmar, sin temor a dudas, que toda LATINOAMERICA ESTA EN LA MISMA DISYUNTIVA: BARRER A LAS BURGUESIAS, AL IMPERIALISMO, LAS FRONTERAS NACIONALES, TOMAR EL PODER Y CONSTRUIR EL SOCIALISMO EN EL CONTINENTE con formas legales e ilegales, dentro y fuera del sistema, armadas y no armadas. Será la misma lucha la que hará parir las vanguardias más inteligentes y audaces capaces de conducir a su clase, a las masas populares a la lucha y a la victoria. En América Latina, los trabajadores asalariados (el proletariado), el campesinado, el movimiento indígena, los estudiantes y la intelectualidad han sido factores determinantes del progreso democrático, la defensa de los recursos naturales y la extensión de las conquistas sociales y de soberanía popular. En el siglo XX se llevaron a cabo revoluciones democráticas, agrarias, antiimperialistas que constituyen ricas experiencias de lucha de nuestros pueblos.

A pesar del desarrollo desigual que experimentan las naciones del continente, nuestros pueblos y países tienen objetivos comunes a conseguir: la conquista de una democracia real, la cooperación y el apoyo mutuo en aras de sus intereses nacionales, avanzar hacia su integración económica y política y abrir paso al triunfo del socialismo en el continente.

 

Capítulo 4
Nuestra estrategia y tácticas nacionales deben partir de las características de nuestra revolución.

INTRODUCCION

Hemos afirmado en nuestro VIº Congreso que el capitalismo ha entrado en los años ’70 en una crisis que se corresponde con la del ciclo largo. O sea, los ciclos largos se manifiestan en períodos de entre 30 y 40 años.

Esta crisis de los ’70 se corresponde con la crisis del ’30, pero se diferencian entre sí porque la última no ha tenido una caída abrupta, principalmente por tres factores:

§     La intervención del Estado como factor económico.

§     La manipulación de los medios de cambio por parte de los bancos centrales (manipulación monetaria por parte del Estado).

§     El grado de interdependencia de la burguesía que le permite trasladar sus crisis de países centrales hacia la periferia, convirtiéndolas en crónicas en los países periféricos.

Esto es lo que ha venido sucediendo desde los años ’70 hasta ahora, con el breve intervalo de los años ’80 y ’90 en que el capital financiero (fusión del capital industrial con el capital bancario), con la incorporación masiva de la informática en todos los órdenes, hizo avances extraordinarios en la velocidad de las comunicaciones y abarató de forma increíble el transporte. Sumados a la existencia de una enorme masa de capitales disponibles, fue la base material sobre la que se asentó la tan publicitada "globalización" y el tan afamado "neoliberalismo". Debemos consignar que ésta es la tercera globalización que opera el capitalismo en su fase imperial. Primero fue el capitalismo comercial; segundo, el capitalismo industrial; tercero, el actual capitalismo financiero, el más voraz y parasitario, pues sus inversiones se orientan hacia las industrias y los servicios más rentables dejando en el camino y destruyendo todo aquello que no le asegura su tasa de ganancia y cuyas secuelas de despidos van sembrando hambre y miseria.

¿Qué ha pasado con la mayoría de las portentosas industrias que poseían los países imperialistas? Se trasladaron en busca de mano de obra barata y de menores impuestos a países con gobernantes inescrupulosos y, así, han llevado su corrupción a todos los rincones del planeta. Toda crisis del capitalismo es crisis de superproducción y ésta también lo es. Por lo tanto, el imperialismo intentará equilibrar su balanza comercial, pagar su deuda externa, resolver su deuda fiscal, pero...  con qué costo y quién lo pagará. Solamente se divisa en el horizonte una única víctima: LOS PAÍSES PERIFÉRICOS, algo que ya está ocurriendo y que explica la preocupación del imperialismo cuando algún país entra en cesación de pagos. Decíamos en uno de nuestros documentos, que la relación de fuerzas entre acreedores y deudores había cambiado a favor de los deudores, pero debemos completar la idea: las burguesías periféricas no van a hacer uso de la nueva relación de fuerzas seguirán trasladando la mayor parte de la plusvalía que le extraen a sus clases obreras para ayudar a resolver los problemas de las burguesías centrales.

Todo un capítulo de ciento y miles de carillas podríamos escribir sobre el mundo que sobrevendrá a la crisis de este sistema anárquico, pero sólo enunciaremos algunos: el derroche de recursos naturales no renovables, como el petróleo, el gas, etc.; recursos como los bosques, el riesgo de desertificación de enormes porciones de tierra, la contaminación de los ríos y mares y las trágicas secuelas que dejará en millones de seres humanos, producto del hambre y la miseria. Hoy nadie puede negar la irracionalidad del sistema de producción capitalista y dentro de poco, a nadie le quedarán dudas de que este sistema está lejos de resolver los problemas de la humanidad, que no es tal o cual imperialismo el irracional, sino que es el sistema capitalista. Nunca, en la historia del capitalismo en general y del imperialismo como fase superior, ha quedado tan al desnudo el carácter retrógrado del sistema. Podemos afirmar: que la victoria que ha logrado sobre el socialismo (para darle un nombre) ha sido una victoria pírrica, pues ha debilitado al proletariado mundial, pero éste se recompondrá. Los imperios han quedado agotados, las burguesías imperialistas van quedando aisladas y empiezan a ser jaqueadas por el proletariado que, si bien lo hace por reivindicaciones sin proyectos políticos, tiene un enorme caudal de experiencias de lucha y de ellas surgirán las vanguardias que lo orienten hacia la toma del poder.

Los países periféricos más atrasados han recibido en sus territorios a fábricas con la última generación de tecnología y, parafraseando a Marx, “han creado a su enterrador” a la vez que lo han "globalizado": quien ahora puede comunicarse tan rápidamente como ellos, producto de la irracionalidad y del carácter anárquico de su producción.

El desenfrenado afán de mayores ganancias entraña contradicciones que, en períodos de crisis, toman vida propia más allá de la voluntad de los hombres. Queda claro, inclusive, para el imperio más agresivo que la lucha de clases no se resuelve con las armas, por más sofisticadas que éstas sean.

El tema del armamento del imperialismo y de sus tropas superentrenadas, son elementos para que se entretengan los plumíferos de sus países y de los países periféricos. Ellos no ven más allá de sus párpados, pero nosotros no debemos distraernos: esas armas las tendrán que usar contra sus propios proletariados. Ya lo hicieron antes y lo van a hacer ahora. No son las operaciones militares, no son los atentados con más o menos muertos los que van a cambiar la historia; es el proletariado, acaudillado por su clase obrera y arrastrando a todo el pueblo tras de sí el que va a definir la lucha contra el capitalismo. Pero esa clase obrera y ese proletariado sin vanguardia no van a liquidar a la burguesía y a su Estado, apenas pueden herirlo en mayor o menor profundidad.

Es necesaria e imprescindible una vanguardia alimentada con la teoría del marxismo leninismo para liquidar a la burguesía. Una vanguardia que no renuncie a utilizar todos los métodos para vencer. En nuestro último documento sostenemos que la contradicción fundamental del capitalismo es: BURGUESÍA VERSUS PROLETARIADO, porque está en juego la imposibilidad de la burguesía para desarrollar las fuerzas productivas trabadas por el régimen de propiedad de los medios de producción. Socializando los medios de producción resolveremos los problemas de la humanidad y, para eso, debemos eliminar a la burguesía como clase, destruir su aparato de coerción e instaurar LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.

¿Con cuánta fuerza contamos? Si este proceso continúa como va encaminado, que es lo más probable, la burguesía quedará aislada y la clase obrera, el proletariado, arrastrará tras de sí a todo el pueblo. La tarea central es reconstruir la vanguardia política, organizar el partido revolucionario del proletariado y para ello se debe luchar tenazmente contra todas las desviaciones en el proletariado y en el seno de todos los aliados y establecer un programa mínimo que exprese claramente los intereses de las clases y sectores de clases que pretendamos ganar o neutralizar.

Si bien la Revolución Socialista Argentina es una parte táctica de la estrategia continental y mundial, tiene una estrategia propia.

Quienes relegan la necesidad de una estrategia  y de una táctica  para la toma del poder en Argentina, esperando que se resuelva una estrategia continental -que nadie discute que no sea necesaria- o quienes no ven la vinculación de la parte con el todo, son oportunistas que no quieren hacer la revolución en el país ahora ni nunca.

Toda estrategia de poder, incluida la Guerra Revolucionaria en Argentina, debe partir de un análisis de la Revolución Mundial y Continental. Luego deberemos precisar las tareas apropiadas para cada etapa de la revolución, partiendo de las inmediatas, adecuándolas a la situación actual y al nivel de conciencia y experiencia revolucionaria de la clase obrera y del pueblo en general.

I

Argentina es un país de desarrollo capitalista tardío por dos factores: primero, por conveniencia de los terratenientes y después, cuando la burguesía industrial deviniera en burguesía financiera, porque el desarrollo del país quedó asociado a los intereses inmediatos de esa burguesía que lo dejó en manos del imperialismo.

Su desarrollo desigual deviene, desde su fundación como nación, del predominio del Puerto de BS. AS. Y de los intereses predominantes de las metrópolis imperialistas.

Argentina se ubica, en una forma u otra, en una Región que ha atravesado una similar forma de desarrollo, siempre sujeto a las intervenciones económicas, políticas y militares de los imperialistas, principalmente yanquis.

Hoy, el país se encuentra inmerso en una crisis que creemos irreversible, con la presencia de un desarrollo político que caracterizamos como uniforme en todo el país.

Del carácter y tipo de asociación de intereses de la burguesía argentina con los intereses imperialistas, en la etapa actual, se desprende que nuestra lucha revolucionaria, aún cuando transitemos por un período defensivo, será de una lucha política con altos picos de violencia que desembocará en una guerra civil que dependerá del desarrollo de la crisis del imperialismo y de que éste se encuentre o no  en condiciones de intervenir.

Como revolucionarios debemos prever que el imperialismo hará lo indecible para intervenir. Entonces, la guerra civil se transformará en una guerra nacional antiimperialista y democrática.

La intervención imperialista desequilibrará a favor de la reacción la relación revolución-contrarrevolución, primera razón por la cual caracterizamos que la Guerra Revolucionaria tendrá un carácter prolongado.

No debemos dudar del sentimiento antiimperialista de nuestro pueblo. La intervención del imperialismo agudizará y volcará a la lucha a otros sectores como la burguesía media, por lo cual tendrán mucha importancia las consignas y las tareas antiimperialistas.

De la ubicación de Argentina en una región y en un subcontinente que vive en permanente rebeldía contra el imperialismo, se crea la necesidad de profundizar  este proceso de rebeldía. De ello deviene el carácter continental de la revolución y la necesidad de coordinar el accionar con todos los movimientos revolucionarios de los países hermanos.

La intervención imperialista se producirá en todos los países del continente en los que la guerra civil revolucionaria haga entrar en crisis a los gobiernos y fuerzas armadas títeres, siendo imposible que triunfe la Revolución Socialista en un solo país, salvo que se de un cambio muy fuerte en la situación mundial (una nueva guerra mundial, por ejemplo).

No debemos descartar que el imperialismo, si se profundiza la crisis económica, vea sus manos ocupadas en resolver sus problemas internos. De no ser así, será la segunda razón por la cual nuestra guerra será de carácter prolongado, sin posibilidades de victoria rápida.

II

Situación de la clase revolucionaria.

La derrota sufrida por la vanguardia de la clase obrera y el pueblo se hace sentir con crudeza ante la falta de una política unitaria que cohesione a todos los sectores en lucha. La uniformidad política se manifiesta en la extensión de la lucha por la democracia al margen de los políticos burgueses.

La clase obrera ha sido duramente golpeada, reducida numéricamente, disciplinada sobre la base de la utilización del terror que significa el abismo de la desocupación. Las más importantes organizaciones sindicales se hallan en manos de la burocracia devenida en empresaria y el resto ha perdido peso en la lucha por los más elementales derechos. Actualmente, la dirigencia sindical es más funcional que nunca al sistema económico y político imperante.

La muerte de una gran parte de los mejores hijos de la clase obrera ha dejado un vacío importante que aún hoy no se ha podido ocupar, por lo cual se manifiesta un fenómeno al cual algunos llaman "retroceso de la conciencia".

Nosotros debemos ser más precisos conceptualmente y retomar la línea de pensamiento clasista, que sostiene que "la vanguardia obrera socialista era pequeña, pero profunda". Siguiendo en esta línea de pensamiento, concluimos que esa vanguardia fue aniquilada y que la actual, sin experiencia política y de lucha, aparece como incapaz de dar batalla, no sólo política, sino inclusive por sus derechos avasallados.

La debacle producida en la pequeña y mediana industria es la que generó el grueso de la desocupación. Los desocupados, organizados en distintos movimientos, son los que trasladan las experiencias de su pasado fabril o de sus militancias. Se hallan encerrados en una dinámica corporativista que no les permite ver la amplitud de los sectores que, golpeados por la crisis, se suman a la lucha. Y mucho menos vertebran una política unitaria, entendiendo por política, no sólo las consignas generales, caracterizaciones de la etapa, sujeto de la revolución, sino la capacidad de elaborar planes en los terrenos de la conciencia y  la organización. La agitación resulta insuficiente para enfrentarse al corazón del sistema.

A pesar de esto, los pobres de la ciudad y el campo son los aliados políticos de la clase obrera en forma conjunta con el resto del proletariado y la pequeña burguesía.

El hecho de que el destacamento más avanzado del proletariado sea la clase obrera industrial, se explica a partir del papel que juega en la producción y de su capacidad de organización del trabajo, lo que tiene, para el Partido, una importancia vital.  De aquí que debamos procurar desarrollar todas las formas de lucha de la clase obrera mediante la agitación y propaganda, la utilización de otros métodos que tiendan a elevar a planteos socialistas y revolucionarios al proletariado y al pueblo, sin quedarnos estancados en la lucha reivindicativa.

Esta tarea no será nada fácil de realizar, producto de la dispersión existente. A diferencia de los años ’70, no existe la unidad sindical que permita trascender a nivel nacional. La derrota y el trabajo consciente, por parte de la dirigencia sindical, y el abandono del trabajo sindical por el reformismo, ha dejado a la clase obrera sin su herramienta unitaria para el desarrollo de la lucha económica: la CGT.

Hoy existen tres centrales sindicales. Ninguna de las tres representa los intereses del proletariado, situación que hará más difícil la extensión de las luchas.

Estamos asistiendo a algunos de los indicios que marcan cómo se va a producir  la participación de los obreros en la lucha política: se corre el ámbito del trabajo como centro de actividad política hacia los lugares de vivienda. Es de esperar que, en una etapa no tan lejana, trasladen esa experiencia a las fábricas, cuando se den mejores condiciones. El Partido debe estar atento a este fenómeno, llevando la agitación y propaganda y todos los métodos de lucha allí donde las masas enfrenten al enemigo, elevando el nivel de conciencia.

La agonía de las concepciones peronistas en la clase obrera se vio reforzada por la política y los errores del Partido Justicialista. Decimos que ya no existen posibilidades para el desarrollo de un proyecto populista, lo que provoca que se presenten las condiciones para que en las masas se desarrolle aquella revolución ideológica de la cual hablábamos en los ’70. Sostenemos que contamos con las bases materiales para tal afirmación:

• La presencia de la crisis.

• El peronismo como un factor importante del desencadenamiento de la crisis.

• El radicalismo como un partido político incapaz de dar una salida a la crisis.

Hasta ahora, estos dos partidos se hunden en la desesperación y en la incapacidad, fiel representación de que "el sistema capitalista no puede resolver los problemas del pueblo y, menos aún, los de la humanidad".

III 

Siguiendo la tradición del PRT, tendemos a afirmar que las fuerzas de la reacción son grandes, es más, son portentosas. En sus manos se encuentran todos los esfuerzos, todo el trabajo y todo el ingenio de la humanidad transformado en métodos y armas para mantener la explotación del hombre por el hombre.

Pero quienes detentan el poderío militar son una minoría absoluta y he aquí su debilidad fundamental: su sistema está sumido en una crisis que se corresponde a la de los ciclos largos y que todavía no ha llegado a su máxima profundidad. De llegar a este estado, es previsible que la fortaleza que hoy poseen no sea tanta y se escurra de sus manos cual puñado de arena. Si esto ocurre en los países centrales, la catástrofe y la dispersión se verán multiplicadas en los países periféricos cuyas fuerzas de la reacción ya no serán irresistibles, aseveración que puede sonar como algo imposible, pero que no lo es. También era "imposible desarrollar la lucha armada en nuestro país". Sin embargo, el PRT lo hizo y encolumnó tras de sí a los mejores hombres y mujeres de las sociedad argentina. No subestimaremos al enemigo, pero tampoco lo sobreestimaremos. Lo tendremos siempre en cuenta. Lo estudiaremos y elegiremos el lugar y el momento para dar batalla.

IV

Somos conscientes de que las fuerzas de los revolucionarios son débiles.

Sólo existe un pequeño núcleo organizado, prácticamente sin influencia de masas. La clase obrera se encuentra desarticulada, dispersa y ni siquiera puede  pararse de frente al enemigo que quiere, como siempre, resolver la crisis como lo hacen los capitalistas: cargándola sobre las espaldas del proletariado.

De estas razones se desprende, también, que el triunfo de la revolución no será rápido. De aquí que el proceso de organización de los distintos niveles de la violencia -hasta llegar a su nivel más alto- estará sujeto al desarrollo de las luchas y de la conciencia. Por lo tanto, irá de lo pequeño a lo grande, de lo simple a lo complejo y siempre deberá estar íntimamente ligado a las luchas de las masas.

En este transcurrir iremos fogueando y templando lentamente nuestras fuerzas y las del proletariado.

V

De las características de nuestro país y de otras no mencionadas en estas páginas podemos resumir que:

1.  La Revolución Argentina es socialista y antiimperialista. En algunas etapas predominará uno sobre otro aspecto, producto del entrelazamiento entre los términos de la relación País-Imperialismo.

2.  La Revolución Argentina es táctica con relación a la estrategia de la revolución continental, como ésta es táctica en relación con la revolución mundial. Pero nuestra Revolución es estratégica en sí misma, dado que tiene una estrategia propia que consiste en que la clase obrera y el pueblo deberán desarrollar una guerra de carácter prolongado para derrotar a la burguesía y al imperialismo e imponer un Gobierno y un Estado Revolucionario Obrero y Popular.

3.  La Revolución es Obrera y Popular por su contenido de clase; por ser la clase obrera industrial la vanguardia del proletariado y por ser sus aliados la pequeña burguesía urbana y rural y el proletariado rural.

4.  Dado el carácter de clase y el carácter violento de la Revolución, requiere ser dirigida por un Partido y unas Fuerzas Armadas Revolucionarias.

5.  El desarrollo de las etapas del proceso revolucionario irá marcando el predominio del carácter de la guerra revolucionaria en sus aspectos más salientes: el de guerra civil-guerra nacional antiimperialista.

6.  La Guerra Revolucionaria será prolongada por varios motivos: como la actual es una guerra del pueblo, es estratégicamente ofensiva, aunque en su primera etapa tendrá carácter defensivo y se desarrollará en el terreno político e ideológico.

7.  A medida que se desarrolle la guerra revolucionaria tomará un carácter cada vez más regional y continental llegando a no respetar fronteras.

8.  En esta etapa en la Argentina se requerirán un fuerte Partido y la organización del máximo escalón de la violencia, la incorporación masiva de la clase obrera y del pueblo a la lucha revolucionaria, la extensión continental de la Revolución y una crisis total del imperialismo a escala mundial.

VI 

Situación actual en nuestro país y en la región.
Algunas consideraciones generales.

Consideradas la estrategia mundial y continental de la lucha contra el imperialismo, establecida la estrategia del país, estudiadas las características generales de nuestra estrategia de guerra revolucionaria de carácter prolongado y su combinación de lucha política-ideológica en sus distintos niveles de enfrentamiento y vista la necesidad del uso de la organización de la violencia en sus distintos niveles en el transcurso de las distintas etapas de la guerra revolucionaria, notamos que se torna necesario contestar estas preguntas ¿Cómo y cuándo comenzar la guerra revolucionaria?

¿Cuáles son las tareas fundamentales de los revolucionarios en la presente etapa?

Permaneciendo fieles al marxismo, no podemos ni debemos eludir (mediante el silencio, la mentira o usando frases generales) el análisis de las condiciones objetivas y subjetivas actuales que son las que determinan la resolución de estas preguntas. De dicho análisis depende la táctica.

Actualmente tenemos ejemplos de pésimos tratamientos sobre las siguientes cuestiones:

§     El Partido Comunista Argentino cree que nos falta completar tareas que se corresponden con la democracia burguesa. En los hechos es real. Pero lo que no ve el PCA es que no existe en Argentina una clase burguesa que esté en condiciones de enfrentarse al imperialismo con posibilidades de triunfo. En lo fundamental y determinante, la burguesía argentina está firmemente asociada al imperialismo y los sectores que no lo están no tienen fuerzas ni disposición para hacerlo.

§     Mucho menos en estos momentos en que ha perdido una de las principales fuentes de sus bases materiales: las empresas estatales. Estas empresas fueron las que le dieron fuerza, durante el proceso de sustitución de importaciones, a las representaciones burguesas. Por lo tanto, de mantener y sostener el análisis y la concepción de revolución por etapas, el PCA se ataría a una política electoralista que lo dejaría fuera del Proyecto Revolucionario, manteniendo una práctica funcional al sistema. Llamamos a los comunistas a formar el Frente Antiimperialista por el Socialismo.

§     Asimismo, si nos proponemos analizar todas las variantes del trotskismo nativo, encontraremos en la médula de su pensamiento la lógica de Nahuel Moreno, es decir, un pensamiento plagado de generalidades y ambigüedades que intentan disfrazar su formación filosófico-metafísica, que, en los hechos, no puede cubrir la miseria de su práctica espontaneísta, divisionista y directamente favorable al enemigo (al punto de llegar a usar la delación). Su trabajo político es funcional al sistema.

§     La pregunta que nos harán cuando sean conocidas estas aseveraciones, casi seguro será: ¿y qué significa ser funcionales al sistema? El sistema capitalista es internacional (nunca, como ahora, tan fácilmente demostrable), según los intereses del bloque de poder dominante, que en cada momento puede ser de un tipo u otro (ayer fue la imposición de regímenes dictatoriales, hoy son las democracias formales).

§     La democracia formal, es decir controlada, restringida, es en fin y en esencia la democracia burguesa que se corresponde con el tipo de capital que impera, el cual le da sus “características esenciales".

§     La comunidad capitalista existe y en ella todos deben guardar "las formas" y rendir cuentas “formalmente" ante sus pares. Así, la "democracia formal burguesa" adquiere patente para continuar realizando negocios. En pocas palabras, la participación formal en el juego democrático burgués se convierte en parte importante para la realización de los negocios internacionales; es lícito  afirmar que las burguesías que presentan el certificado de participación de "las izquierdas" cuentan con una imagen de "más democráticas". No importa que  sus pueblos se mueran de hambre, eso es parte del negocio. Y lo que es peor, a esas "izquierdas", tampoco les importa. Si no, miremos los hechos.

Otras posiciones no son tan conocidas ni tan difundidas por el corto alcance que tienen quienes las sustentan. Generalizando, podemos agruparlas en dos y creemos que se tratan de errores cometidos en el análisis de situación que realizan respecto del país.

  • Las que afirman que estamos en una etapa pre-revolucionaria.
  • Las que afirman que estamos viviendo una situación revolucionaria.

¿Qué elementos son los que se deben tener en cuenta a la hora de responder sobre las condiciones objetivas y subjetivas?

Nuestro Partido siempre se nutre de la teoría marxista extraída de los clásicos:

Lenín nos dice: Marx resuelve el difícil problema sin escudarse en el "estado depresivo" y cansancio de estas o aquellas capas del proletariado (como lo hacen los socialdemócratas que ha menudo caen en el seguidísimo).

Mientras no poseía otros datos sobre el estado de ánimo y depresión (en marzo de 1850) continuaba exhortando a armarse y a prepararse para la insurrección, sin tratar de deprimir, con su escepticismo y su desorientación, el estado de ánimo de los obreros.

Para Lenín y Marx, las condiciones para el desarrollo de la revolución se establecen a partir del estudio de las condiciones objetivas. Estas son:

§     El estado de las fuerzas productivas (sí se desarrollan, sí están estancadas, sí están en retroceso).

§     La existencia objetiva de la clase revolucionaria

§     Si las capas intermedias tienen o no salida dentro del régimen imperante.

No debemos confundir condiciones insurrecciónales con condiciones revolucionarias. Las primeras son el conjunto de condiciones objetivas y subjetivas que posibilitan la victoria de la insurrección general. Estas condiciones fluyen, por breve tiempo, luego de un proceso prolongado o no de guerra revolucionaria.

El método y la política de Lenín, independientemente del ánimo de las masas y a partir del análisis objetivo de las condiciones objetivas, dedujeron la necesidad de mantener la organización del partido en condiciones secretas, aplicando todas las normas de conspiración, los métodos revolucionarios, preparando destacamentos armados; fue esto lo que le permitió construir el partido bolchevique, peleando contra todo tipo de deformaciones y todo tipo de desviaciones, de tipo oportunista, espontaneístas, reformistas y en contra de los mencheviques que reducían todo al estado de ánimo de las masas y a los factores subjetivos. ¿Qué queremos decir con esto? Que las condiciones para la revolución las crean los revolucionarios.

Como decíamos, las condiciones revolucionarias deben establecerse a partir del análisis de las condiciones objetivas.

Aclaradas estas cuestiones, intentemos el análisis de esas condiciones en nuestro país:

El proceso de alianzas que soldó firmemente los intereses de la burguesía más poderosa de la Argentina con los intereses de la burguesía imperialista ha concluido.

Este proceso, lejos de aminorar o de limar las contradicciones, las ha agudizado con la clase obrera y el pueblo. Han cambiado las formas de dominación que usa la metrópolis: hoy es a través de la deuda externa y la dependencia financiera, como ayer lo fue la desigualdad en el comercio internacional.

Nuestra burguesía vivió y se reconvirtió a costa de enajenar las débiles palancas  que le permitían renegociar los términos de su relación con el imperialismo y mantener, mínimamente, una política internacional relativamente independiente: las empresas nacionales que también le permitían sostener la ficción de que sus partidos políticos se encontraban enfrentados con el imperialismo. Todo esto no existe ya. Ha muerto. La representación política de la burguesía ha asistido al remate del país y a la masacre de casi toda la vanguardia político-social surgida en los sesenta-setenta. En silencio, un silencio que no sólo significaba asentimiento, sino la clara expresión de una complicidad militante, asistió al desangrado del país, lo cual tiene explicación desde los intereses materiales y desde el propio interés de clase. Su complicidad es el reflejo de un profundo odio de clase y debemos mantener este concepto muy claro para todo el devenir futuro.

La política de los partidos burgueses, desde 1983, ha sido la de seguir fielmente la aplicación de las políticas económicas diseñadas por el imperialismo, contenidas en los documentos de Santa Fe I, II, III y IV. No hay que engañarse con los discursos, sino ver la realidad fríamente.

De la misma manera, debemos observar la crisis en la que está inmerso el sistema: la recuperación de la burguesía Argentina está sumamente condicionada y no creemos que, aunque el imperialismo caiga ya, haya tal recuperación.

Algunas palabras sobre el aparato del Estado Burgués.

Según la definición marxista, el Estado Burgués se presenta como árbitro entre los diversos intereses de las distintas fracciones de la burguesía, también entre los problemas de las burguesías con el proletariado. Claro está, que siempre juega a favor de la burguesía en lo político. En lo económico hubo variaciones. Después de la década del ’30, a instancias de la teoría de Keynes, el Estado se hizo cargo del desarrollo de la infraestructura (puertos, caminos, represas, etc.) aspectos muy poco rentables en lo inmediato (lenta rotación del capital y lenta recuperación de lo invertido) para los burgueses.

Aquí, se hizo cargo, de la salud pública y de la educación en todos los niveles; también en el sector de la investigación relacionada a la producción.

A partir de 1976, el Estado no fue ya el representante de toda la burguesía: pasó a representar los intereses y a ejecutar todas las políticas necesarias para la realización de la tasa de ganancias del capital financiero nativo e internacional. Una muestra es la estatización en 1982 de la deuda externa privada que luego se legalizó por ley durante el gobierno de Alfonsín.

Para el capital financiero nativo e internacional no cobran ningún interés ni la educación ni la salud públicas y la burocracia estatal no le es demasiado funcional a sus intereses. De aquí deviene su política hacia estos sectores y bajo su luz debemos observar  las posiciones de la burocracia sindical docente y estatal.

Hoy, a partir del 19 y el 20 de diciembre de 2001, se ha desatado una lucha intestina en el seno de la clase dominante argentina por la hegemonía perdida por el sector financiero que aún se mantiene gracias al apoyo que le brindan  los imperialistas norteamericanos y europeos. Algo que no va a durar eternamente: los imperialistas ven crecer rápidamente sus problemas de mano de la crisis.

Esta lucha interburguesa tiene una agudeza extrema por la presencia de un proletariado y una capa media -que tocadas en sus intereses- han salido a las calles y han corrido a cinco presidentes, hecho que puso en jaque toda la estructura jurídica y política de la burguesía, que acude a su reserva ideológica para que la ayude a encauzar, mediante engaños, las protestas: la iglesia. Esporádicamente y con suma violencia utiliza la coerción que actúa como si le echara nafta al incendio, pues transforma en política la protesta social, la eleva y la amplía: lo único que puede hacer. No puede apagar el incendio. No tiene con qué y sabe que aventurarse a usar la represión con todas sus fuerzas es una aventura de la que no siempre hay regreso.

A- Para considerar una situación como revolucionaria, la primera condición establecida por los clásicos, dentro de los marcos nacionales -y aventurarnos a nivel continental y mundial-, es la incapacidad del régimen existente para resolver los problemas fundamentales del desarrollo del país. Y agregamos, de la humanidad. Esta condición existe en el país desde hace muchos años, pero podemos decir que hoy todo el proletariado, la pequeño burguesía y todo el pueblo argentino la ven o la intuyen.

Por eso sería erróneo arrastrarnos, como lo hace todo el arco político, tras la consigna "que se vayan todos". Si así lo hiciéramos, estaríamos renunciando al papel que nos cabe cumplir: el de crear y desarrollar conciencia, orientar y direccionar a las masas  hacia la lucha por el poder político.

Diremos que, a diferencia de los ’60 y los ’70, todo el país se encuentra prácticamente uniformado en los niveles de estancamiento y pobreza, haciendo  difícil, por un lado y facilitando, por otro, la prédica  de los revolucionarios.

Dentro de este marco, las capas intermedias no tienen perspectivas de desarrollo y el descontento que hasta aquí han demostrado se hará cada vez más agudo. Las capas medias son las que están en condiciones de acceder a un nivel de conciencia en forma más rápida y pueden lograr entender la necesidad de profundizar, ampliar y acceder a otros métodos más expeditivos lo cual, por un lado, será positivo pero, por el otro, las características de clase de dichos sectores  son, en general, negativas, lo que deberá determinarnos a estar en alerta para desarrollar y darles la lucha ideológica.

La clase obrera, ya lo dijimos, está dispersa. Sus organizaciones de lucha económica, los sindicatos (ya sean de primero, de segundo o tercer grado), han sido más o menos cómplices de lo ocurrido con la vanguardia social y política de los años setenta... Algunos más, otros menos, pero todos han sido funcionales a las políticas económicas y sociales que ha impulsado el sistema y son culpables de que no surgiera una nueva vanguardia del proletariado. Han ayudado a matarla antes de su nacimiento. Han sido ayudados por el trotskismo y por el reformismo que ahora están empeñados en liquidar a los movimientos de desocupados.

B-  Podemos decir que la segunda condición que establecen los clásicos está presente en nuestro país: existe un proletariado con largas luchas y el presente refrenda esa tradición

C-  Podemos concluir que la tercera de las condiciones fijadas por los clásicos está presente: la pequeña burguesía existe. Es más, se encuentra luchando no sólo por sus depósitos, sino por el futuro (aunque todavía no se percate de ello).

La burguesía media, aunque menguada como fuerza social y exhausta económicamente (y al borde de la bancarrota) también existe. Y seguramente, estará dispuesta a dar pelea si se le presenta un proyecto que la incluya.

También existe un enorme ejército de marginados producto de la debacle, principalmente, de la pequeña y de la mediana industria y del desangrado, en segundo lugar, de las empresas estatales y de otras empresas imperialistas en crisis.

La situación descripta golpea no sólo al proletariado -sin distinción-, sino, también e inclusive, con mayor dureza a los marginados y a la pequeña burguesía que cuando mira hacia el futuro no ve la proletarización, sino, lisa y llanamente, la exclusión.

Decimos que hay un estado de rebelión casi uniforme en el país, pero podemos afirmar que no estamos en una etapa prerrevolucionaria y, menos aún, revolucionaria ya que todas las luchas están empañadas en un estado de retroceso: se dan para retrasar el avance de la burguesía y no para recuperar terreno perdido lo que se expresa, también, en la dificultad para reemplazar a los compañeros que caen.

Las masas están actualmente en estado deliberativo y viviendo un proceso de acumulación de experiencias, proceso que se da con la ausencia casi total de una vanguardia política, ya que todavía está en gestación. Por todo, afirmamos que estamos pasando por una etapa defensiva, con una vanguardia sin incidencia real en las masas y, aún, en estado embrionario. Por lo tanto afirmamos la falta de un elemento fundamental, el factor subjetivo por excelencia: el Partido Revolucionario. Todos nuestros esfuerzos deben estar empeñados en construirlo y ponerlo al servicio de las masas. El partido es la garantía para derrotar a la burguesía en sus expresiones nativa e internacional y para construir el Socialismo.

Breves palabras sobre la situación en la región.

Las contradicciones del capitalismo se expresan en las contradicciones ínter imperialistas que se agudizan a medida que  se profundiza la crisis.

Es así como vemos que se cumple la ley por la cual los países imperialistas trasladan sus contradicciones internas al terreno internacional y convierten al planeta en un enorme campo de batalla.

EEUU quiere asegurar en América Latina un mercado cautivo para sus capitales y productos. Por eso intenta desplazar a los capitales europeos y japoneses del lugar que ocupan. Pero, a su vez, incentiva y agudiza las contradicciones en los pueblos latinoamericanos.

La pobreza en la región es uniforme y toma características distintas en los distintos países en correspondencia con la estructura social de cada uno.

Argentina y Uruguay se destacan por expresarse en sus luchas predominantemente urbanas, mientras que Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil y otros, si bien con distintos niveles de desarrollo. se destacan por sus luchas campesinas sobre la cuestión agraria.

La marginación es una constante en toda América Latina y los brotes de rebeldía antiimperialistas en la región, también.

Salvo Colombia y, obviamente, Cuba, la constante es la ausencia de vanguardias revolucionarias. Pero aún así, las luchas de los pueblos de la región desnudan una y otra vez las debilidades del imperialismo y de las burguesías nativas para encarar las tareas que impone el desarrollo de las fuerzas productivas y exponen, insistentemente, a la vista de todos, la contradicción fundamental del capitalismo: la producción social y la apropiación privada de los medios de producción. Las condiciones están maduras para el triunfo del socialismo con la condición de que surjan vanguardias que tomen en sus manos las tareas de concientizar, organizar y dirigir a las masas en su lucha hacia la toma del poder.

 

Capítulo 5
Tareas y organización del partido.

Para determinar las tareas externas del Partido hemos tomado como base la caracterización y análisis de la etapa por la que atraviesa la clase obrera y el pueblo. Pero para poder concretarlas, los compañeros deben entender que:

A)  La experiencia histórica nos indica que el esfuerzo principal de la primera fase preparatoria pasa por tratar de establecer y construir un lazo con la principal fuerza social motriz de la revolución. En nuestro caso definimos que la fuerza motriz de cambio está compuesta por el trabajador asalariado, el agente directo de la producción, es decir: el obrero.

El marxismo utiliza el término de obrero de vanguardia -y el de vanguardia obrera-  para señalar aquel sector del movimiento obrero con conciencia política que se había elevado a la concepción leninista de la lucha de clases.

Entendemos que obreros de vanguardia son aquellos que tienen real conciencia de que la misión histórica de la clase es luchar políticamente para derrocar al gobierno de la burguesía; aún cuando estos compañeros tengan una concepción estrecha de la política que los haga despreciar las luchas económicas, el partido deberá, si ése es el caso, educarlos en la necesidad de que los revolucionarios prestemos atención a todas las formas de lucha.

Ahora bien ¿qué entendemos por lucha de clases?

Cuando los obreros de una determinada fábrica o de un gremio establecido, inician la lucha contra su patrón o patrones ¿es eso lucha de clases? No. Es tan solo un débil comienzo. La lucha de los obreros se convierte en lucha de clases, sólo cuando los representantes de vanguardia de la clase obrera del país tienen conciencia de la unidad de la clase obrera y emprenden la lucha, no contra un patrón aislado, sino contra toda la clase capitalista y contra el gobierno que representa a esa clase. Sólo cuando cada obrero tiene conciencia de ser parte de toda la clase obrera y cuando en su pequeña lucha cotidiana ve la lucha contra toda la burguesía y contra el gobierno en pleno, sólo entonces su lucha se transforma en lucha de clases. "Toda lucha de clases es lucha política". Esta conocida frase de Marx no debe interpretarse en el sentido de que toda lucha de los obreros contra los patrones es siempre lucha política. Hay que interpretarla en el sentido de que la lucha de los obreros contra los capitalistas necesariamente se convierte en lucha política a medida que se convierte en lucha de clases.

Muchos consideran que la lucha económica, es decir la lucha reivindicativa, es incomparablemente más importante que la lucha política, aplazándola en forma indefinida. Si bien entendemos la importancia de la organización de la lucha económica del proletariado, no se debe olvidar que renegar de la lucha política es renunciar a los principios socialistas, que nos llevaría a olvidar toda la experiencia lograda en la historia del movimiento obrero y que la tarea fundamental del Partido es la de organizar la lucha de clases del proletariado, la de introducir y ligar al movimiento con las convicciones socialistas, es decir, la de fundir al movimiento espontáneo en un todo indivisible con la actividad del Partido Revolucionario.

Por eso, la misión de un partido revolucionario es hacer siempre propaganda y agitación política, independientemente del estado de ánimo de la clase obrera. En las distintas etapas lo que varía es el contenido de las consignas, pero no la actividad.

Es más, las desviaciones economicistas y espontaneístas que surjan en el marco del desarrollo de la lucha revolucionaria irán desapareciendo a medida que se amplíe la propaganda y la agitación socialistas.

B)  Existen tres tipos diferentes de actividades políticas que, al actuar en forma conjunta, desarrollan el accionar, movilidad e inserción del Partido como parte de la lucha. Asumimos la tarea de transformar la sociedad por medio de la acción, la propaganda, la agitación y la organización y concebimos a estas actividades como los medios para contribuir al desarrollo de la lucha político-social, clasificándolas en:

§     Aquellas actividades que tienen en cuenta al enemigo.

§     Aquellas que se hacen pensando en el pueblo (de agitación y propaganda).

§     Aquellas que tienen que ver con los revolucionarios (organización y adoctrinamiento).

En esta primera fase se torna necesario desarrollar la conciencia de las masas, haciéndoles ver con claridad cuáles son sus problemas, sus enemigos concretos, sus límites y debilidades y esclarecer, a través del ejemplo, cuáles son sus potencialidades y alternativas concretas, teniendo siempre presente que son las masas las auténticas creadoras de la historia.

Se entiende a la propaganda como uno de los medios que permitirán direccionar los conflictos y darle una perspectiva de victoria a las luchas que se expresen en los distintos planos (ideológico- económico y/o político), también, como uno de los medios de formación de los cuadros y simpatizantes de la organización.

Es necesario que en los materiales (diario, folletos, cartillas) se reproduzcan los análisis y síntesis elaborados por el Partido y que aparezcan en ellos secciones, capítulos, artículos que traten las herramientas teórico-políticas del marxismo-leninismo (teoría general y regionales del materialismo histórico, estrategia y táctica, etc.), dado que todos estos elementos funcionan como potenciadores de la conciencia de la clase y del pueblo.

Reafirmamos la visión que se da sobre la agitación y la propaganda en el IVº Congreso: una actividad permanente del partido revolucionario y sumamente necesaria.

En éste, se caracteriza el papel que cumple la prensa, asignándole la función de difusión y formación. También se observa la característica del diario y se advierte que la agitación en las capas más bajas del proletariado no debe llevar a que el diario deba adaptarse al nivel más bajo "de comprensión" posible de los obreros.  De aquí surge que "es necesario someter a dichas capas a otros medios de agitación y propaganda: folletos escritos en la forma más popular posible, propaganda oral y, fundamentalmente, volantes relacionados con los acontecimientos locales". También se observa que el diario "debe vincular el socialismo y la lucha política con cualquier problema local limitado" y define a la agitación como "el arte de explicar una cantidad reducidas de ideas  a un grupo numeroso de personas".

El IVº y Vº Congresos recuerdan que la tarea de un partido revolucionario es desarrollar todos los aspectos de la política revolucionaria y, en primer lugar, los fundamentales: la preparación y la iniciación de los criterios de organización de la violencia  en todos sus niveles, en la  propaganda y en la agitación política sobre los más amplios sectores del proletariado.

"Solamente un partido organizado puede realizar una amplia agitación, puede dar la dirección necesaria (así como los materiales) a los agitadores sobre cuestiones económicas  y políticas"...

Para poder cumplir estas múltiples tareas, el partido deberá terminar con los métodos artesanales de trabajo que existen en su seno. No por razones metafísicas, sino porque los métodos artesanales son propios del economicismo (ver Lenín: "Qué Hacer").

Todo el Partido, desde la dirección nacional hasta el más pequeño equipo de base, debe tender a la especialización, entendiendo que el grado de especialización deberá ser mayor a medida que ascendemos en la jerarquía partidaria.

La formación de agitadores es un trabajo difícil que exigirá mucho tacto y paciencia. No debemos forzar a todos los compañeros a que intenten este tipo de actividad, sino que debemos seleccionar a aquellos que tengan más inclinación hacia ella; debemos elegir, preferiblemente, a compañeros obreros con experiencia de trabajo en su clase y capacitarlos teóricamente para esta tarea.

El Partido, deberá, semana a semana, elegir los grandes temas de agitación nacionales e internacionales, elaborar minutas donde se den las líneas generales  que orienten la agitación e indicar el sector social y la región donde sea necesario llevarla a cabo.

La elección del lugar y el momento de llevar a cabo la agitación política, oral o escrita es responsabilidad de las regionales y zonas, tarea compartida con los organismos básicos.

Se pueden realizar pequeños actos agitativos a la entrada del personal en determinadas fábricas, en los medios de transporte colectivo y en horas en que el peligro de represión sea menor; las pintadas deberán realizarse economizando esfuerzos, solamente en los lugares elegidos por las direcciones.

De hoy en adelante no debe pasar ningún conflicto sindical de importancia ni hecho político nacional o internacional de trascendencia sin que nuestro Partido haga llegar su voz mediante pintadas, pequeños volantes y actos agitativos, a las más amplias capas del proletariado.

En síntesis, convertir al PRT en Partido Revolucionario nos exige las siguientes tareas:

1-      Una consciente labor de propaganda política sobre la vanguardia consciente de la clase y una consecuente agitación política sobre las capas más atrasadas  de la clase obrera y el pueblo.

2-      Preparar e iniciar en la organización de los distintos niveles de la violencia al movimiento obrero en todo el país, en la perspectiva de crear un mejor desarrollo de desenvolvimiento de esta.

Nuestros lugares fundamentales de trabajo

Definimos al revolucionario como un organizador social con vocación de poder, cuya responsabilidad es la de alcanzar la Unidad dentro de la lucha revolucionaria, para darles a los conflictos un impulso cualitativo y garantizarnos el éxito a partir de establecer un total apoyo de la población.

Es por eso que el trabajo político juega un papel de verdadera importancia: el de ampliar la participación de las masas en la lucha política, dándoles sentido de cohesión para  lograr direccionarlas y conducirlas por el camino más seguro hacia la toma del poder político.

Y esta tarea sólo se vuelve posible de alcanzar dentro del proceso de transformación  que se produce  en el desarrollo de la revolución (es decir, antes y después del triunfo). Si en el proceso de lucha no se realizan las tareas arriba mencionadas, difícilmente se podrá tejer la unidad con la población y actores políticos, y  no se logrará hacerles entender que:

§     No existe una separación entre los deseos y aspiraciones de los militantes y los deseos y  aspiraciones y reivindicaciones históricas de la mayoría; es decir, no se logrará hacer entender que el revolucionario es pueblo en lucha por su liberación.

§     No se podrán establecer relaciones que permitan integrar a la población en el proceso de lucha.

§     No se podrá trabajar para desarrollar una conciencia creciente de que la revolución es la única salida y que se hace únicamente con el apoyo popular cuya participación efectiva debe realizarse y expresarse a través de la lucha.

Consideramos que en el partido debe utilizarse cada término en el sentido que le asignaron los grandes teóricos del marxismo revolucionario. Por eso pensamos que el lugar fundamental del trabajo para el partido es el proletariado fabril.

A este criterio central, le agregamos dos aspectos que se combinan: uno objetivo, debemos trabajar consecuentemente con los sectores más explotados; y otro subjetivo, debemos volcar parte de nuestras fuerzas en los sectores donde surjan los elementos de vanguardia y activistas sindicales, aún cuando no sean los más concentrados o los más súper explotados.

Otros lugares secundarios de trabajo son: a) la superestructura del movimiento obrero, el movimiento estudiantil y las agrupaciones del frente único de izquierda. La militancia en estos sectores persigue el fin de penetrar aún más en el proletariado fabril y en el movimiento estudiantil para establecer tareas comunes  con las organizaciones de izquierda en vista del frente único revolucionario; b) los gremios no obreros (bancarios y empleados públicos) y los sectores privilegiados de la clase obrera; c) los intelectuales de izquierda que pueden integrarse a la actividad revolucionaria; d) los barrios obreros y villas de emergencia en donde pueden desarrollarse formas políticas de resistencia y en donde podemos ganar obreros concientes para luego volcarlos al trabajo fabril.

Nuestro objetivo es el de insertar el Partido en la clase formando equipos políticos partidarios en las fábricas, facultades, barrios y hacer que esos equipos sean reconocidos como real dirección política y económica en su sector de trabajo, estudio y militancia. En esta etapa consideramos fundamental la inserción en profundidad. Para ello debe concentrarse el esfuerzo en las fábricas más importantes. Los militantes estudiantiles deben ayudar al desarrollo de esta actividad, concentrando sus esfuerzos sobre la fábrica, haciendo permanente y sistemáticamente campañas de agitación en ellas.

Todos nuestros militantes deben prestar atención a los mínimos problemas fabriles y a las múltiples consignas mínimas; pero el arte de la propaganda consiste en vincular lo reivindicativo con la lucha política, recordando que lo que queremos es elevar a la clase obrera a nuevas formas de organización y  nuevas formas de lucha que superen el pasado reformista de la clase y la eleven a la toma del poder político, por medio de la lucha política en todos los niveles, contando -para ello- con la utilización de todos los métodos adecuados a cada momento y en cada nivel de conciencia.