Nadie es profeta en su tierra: Bush no es una excepción…

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    La votación en el Congreso refleja el descreimiento tanto por parte de los republicanos como de los demócratas a una salida que implique la intervención del estado. Es que esta posición atenta contra su  propia ideología (la ley de la libre oferta y la demanda: liberalismo económico). Por otra parte, el dinero inyectado al sistema financiero no pudo ni podrá detener la mayor caída de las bolsas en la historia del capitalismo. Sus contradicciones de clase están a la vista de todos: no alcanzó con el salvataje de Fannie Mae, Freddie Mac, AIG y la caída de Lehman Brothers. Los propios ciudadanos estadounidenses ven, en la práctica, que nada alcanza.
                 
    La burguesía, que ve como su sistema se desploma, lleva adelante una intensa guerra psicológica a través de los medios. No sabe cómo mantener su hegemonía política, económica e ideológica, y la necesidad de sacar su crisis interna al exterior lo obliga a crear una nueva guerra fría aunque su actual incapacidad económica lo limite para generar una verdadera guerra armamentística.

    En este contexto de crisis de superproducción (de la que nadie habla…), ascendente desocupación, violencia y luchas de intereses ajenos a nuestra clase, hechos que afectan directamente al proletariado mundial, vemos la necesidad de que nuestra clase se organice y comience a pensar más seriamente en una solución propia… Tomar el futuro en nuestras manos será imprescindible si queremos sobrevivir.

 

El pajarón canta hasta morir…

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    Mientras las fábricas ya comienzan a acusar recibo de la crisis no sólo financiera, sino de superproducción, el gobierno local canta una canción autista: la alegría de Massa y su poco feliz declaración de “Que podamos dar esta señal de certidumbre, frente a un contexto internacional de incertidumbre, para nosotros debe ser un orgullo y una satisfacción” no alcanzaron para evitar el desplome gigantesco de la bolsa argentina que no fue una excepción en el desafinado concierto mundial, desesperado por salvarse de la hecatombe.