“El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales.»
El fascismo y la clase obrera, J. Dimitrov
A seis meses de la asunción de Javier Milei, las masas sienten en carne propia los efectos de la motosierra del gobierno nacional. “Nosotros hicimos el ajuste más grande en la historia de la humanidad” se jactó incapaz de comprender que hay 24,9 millones de nuevos pobres, mientras un 49,9 % de la sociedad desaprueba su gestión y su imagen negativa asciende al 53 %. “Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre. De alguna manera va a decidir algo para no morirse”, manifestó Milei. Sí, Sr. presidente, el pueblo va a decidir no morirse de hambre, va a pelear hasta las últimas consecuencias contra su gobierno ajustador y hambreador porque usted, encerrado en sus redes sociales, evidentemente, no tiene la menor idea de la capacidad de lucha y organización que tenemos. De borrarlo de la historia nos encargaremos los trabajadores y el pueblo. ¡Téngalo por seguro!
Despegado de la realidad concreta de quienes vivimos en el país, sintiéndose Terminator, el megalómano presidente, que procura proyectarse como la nueva figura del fascismo mundial, desata conflictos diplomáticos con sus provocaciones irresponsables. Primero, defenestró a los presidentes de Colombia y de Brasil; luego, despotricó contra el gobierno de China y, finalmente, criticó al mandatario de España, principal inversor europeo del país que, inmediatamente, retiró a su embajadora. La impertinencia del presidente, sumada a la impericia política de su canciller, Diana Mondino, aterra a los empresarios locales que ven cómo se cierran puertas de negocios mientras el capital español critica el rumbo económico del gobierno: “Los empresarios le dijeron a Milei que la inseguridad jurídica de Argentina no invita a la inversión extranjera ni a la tranquilidad de los que ya están invirtiendo allí, que cuando se empobrece a la mayoría de un país, poco negocio se puede hacer”, sostuvo la vocera del PSOE, Esther Peña, en rueda de prensa.
Si el Banco Santander y Movistar le señalaron al líder libertario que, de continuar así, llevará al país a la ruina, algo de razón deben tener. Al fin y al cabo, son los verdaderos dueños del poder quienes se quejan del descalabro social y económico que están generando los administradores de turno del Estado Burgués.
Sin embargo, el león circense parece no tomar verdadera dimensión de los problemas que ocasiona su histriónico comportamiento. Las creencias religiosas y las afinidades ideológicas del ocupante de la Casa Rosada guían peligrosamente la política exterior de Argentina. Exceptuando a Menem, que nos metió en las guerras yanquis en Medio Oriente y los Balcanes en los ’90, históricamente, nuestro país ha sostenido un enfoque neutral, de no injerencia e intromisión en los conflictos suscitados en el mundo. Por décadas, el país mantuvo una posición intermedia sin declararse en favor de ningún bando en pugna. Sin embargo, el autodenominado mesías libertario rompió con la tradición que predominó en la política exterior argentina. En los últimos meses, Javier Milei se ha plegado abiertamente a la política de EE. UU. en su defensa del estado genocida de Israel. El falso profeta, creyente del sionismo, está empeñado en demostrar en cada aparición pública su compromiso irrestricto con los asesinos y opresores del pueblo palestino. Su deseo de trasladar la embajada argentina a Jerusalén, sus declaraciones en apoyo al criminal de guerra Benjamín Netanyahu y su oposición a la creación del estado palestino son saltos al vacío que pueden traer graves consecuencias para Argentina. Sin ir más lejos, la adhesión incondicional del presidente al sionismo es tan fuerte que se enojó con su canciller, Diana Mondino, porque la inoperante ministra no le informó que en un acto protocolar iba a estar presente el virtual embajador de Palestina, Riyad Alhalabi. Milei, rabioso, se dio la vuelta regresando sin asistir a dicho encuentro. Incluso, siguió masticando bronca y aún está pensando pedirle la renuncia por su ineficiencia. Así de obsecuente es el alineamiento del fanático de la motosierra al gobierno sionista. Increíble por lo ridículo, pero totalmente cierto.
Ese fanatismo incondicional de Milei hacia el imperialismo norteamericano, país que visitó hace unos días en busca de fondos, aísla al gobierno de la comunidad internacional. El apoyo a los fascistas de Ucrania y a los sionistas de Israel en la ONU son la muestra cabal del alineamiento exterior de la Argentina a los intereses del Tío Sam. A contramano de la tendencia mundial, donde el orden multipolar capitalista chino-ruso está desplazando del mercado y de las zonas de influencia al capital occidental norteamericano y europeo, el gobierno fascistoide se pasa fielmente al bando de los imperialistas en decadencia.
Ante el apoyo tácito de la mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA) a Milei, un sector disidente de la burguesía industrial, encabezado por Madanes Quintanilla, dueño de Fate, criticó el giro de la política exterior actual afirmando que: “Occidente está perdiendo una batalla y hay que ser cuidadosos con las alianzas geopolíticas en un escenario de ese tipo. Si es que nos queremos alinear así, estamos cometiendo un acto de suicidio” y, a su vez, agregó: “hoy queremos tomar una distancia con Asia, concretamente con China, y a China le debemos mucho dinero, ¿qué vamos a hacer con eso?”. Tenemos inversiones hechas de buena fe por el Gobierno chino, como las represas hidroeléctricas que acumulan un pasivo de entre 3 y 4000 millones de dólares. ¿Vamos a generar un conflicto de largo plazo?”. Las reflexiones del dueño de Fate no son casualidad, tomando en cuenta que el gobierno chino había decidido no renovar el swap exigiendo que se le devolvieran en efectivo los 6000 millones de dólares prestados a pesar de las súplicas de Mondino. El gran dragón perdió la paciencia con la bravuconería libertaria, aunque finalmente renovó el swap por un año. Sin embargo, el presidente Xi Jingping le exige un “gesto”: que vaya PERSONALMENTE hasta China a refrendar el acuerdo y a retractarse de sus exabruptos contra el régimen comunista de su país. El gigante asiático, sin dudas y con toda razón, pretende poner de rodillas al león de papel. Y si los chinos accedieron fue porque hasta el FMI intercedió ante una inminente y previsible hecatombe.
Por otra parte, la gran patronal industrial, que también siente el impacto de la recesión con una drástica caída de la producción y del mercado, se debe preguntar: ¿Por qué dejamos el país en manos de un loco que nos hunde sin remedio?
La pequeña y mediana industria de las pymes, la construcción y los sectores del comercio son los principales afectados por la crisis recesiva, con una caída del 8,4 % interanual de la actividad económica, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) a lo que se agrega que: “nueve sectores de actividad registraron caídas en la comparación interanual, entre los que figuran Construcción (-29,9 %) e Industria manufacturera (-19,6 %)”. El panorama no se detiene y golpea fuertemente a la industria. Según el último informe de Industriales Pymes Argentinos (IPA), hay más de sesenta mil despidos y más de cien mil suspensiones en todo el sector.
Los pueblos que giran alrededor de una fábrica sufren el drama de la recesión. Un ejemplo palpable lo encontramos en la ciudad de Luque, Córdoba, donde La Libertad Avanza ganó con el 82 % de votos. Allí, la empresa Mabe (ex-Drean) despidió a 200 trabajadores, provocando una hecatombe social en la pequeña localidad. Más de un lugareño debe estar arrepentido por haber votado a un fascista que les trajo pobreza y desempleo. Similar situación se da en la ciudad de Las Parejas, en Santa Fe, donde hay un pequeño taller cada 90 personas. El intendente Horacio Compagnucci describe muy bien el panorama desolador. “En Las Parejas hay una innumerable cantidad de talleres y de pymes. Cada garaje es un taller. Somos 17 mil habitantes, de los cuales 2 mil son operarios metalúrgicos de la UOM. El 60 % de la población es UOM dependiente. Las empresas son de capital local, no solo nacional, local. Muchos están viendo que, con estos costos, con las nuevas tarifas de energía, conviene más tener la fábrica cerrada y en todo caso dedicarse a importar que seguir produciendo, porque además la demanda está por el piso”.
Debido a la caída del consumo, la patronal carga el costo de su crisis en la espalda de los trabajadores. Algunas fábricas paran sus plantas, como la empresa productora de grifería FV que detuvo su producción y suspendió a 800 obreros. Para evitar el conflicto en puerta, la empresa acordó un esquema con la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que contempla la reducción de la jornada por tres meses manteniendo la fuente laboral de los empleados. En otros casos, directamente, los dueños recurren a la quiebra y al vaciamiento de su establecimiento. Así sucede en Textilcom, en Catamarca, que ha sido tomada por las obreras contra el despido de 134 operarias. “Las máquinas no son de los empresarios, las máquinas son nuestras”, afirman las trabajadoras en lucha, un ejemplo que señala la reacción de nuestra clase que se organiza ante la ofensiva patronal encabezada por Paolo Rocca (Techint) y que replican grandes empresas como General Motors, Pepsico, Bridgestone, Puma y Whirpool contra los trabajadores.
Estos casos, que se multiplican en todo el país en menor o mayor magnitud, ilustran perfectamente el aumento de la conflictividad social entre los trabajadores y la patronal. La política económica del gobierno nos empuja a luchar por reivindicaciones concretas. Debemos ser claros en la posición en la que nos encontramos para no caer en visiones idealistas y subjetivas que desbordan de pesimismos derrotistas o expectativas irreales. Los trabajadores debemos saber evaluar bien nuestras fuerzas para desplegar el trabajo político correcto, tomando en cuenta las fortalezas y debilidades de la clase dominante. Hoy, nos encontramos en una etapa defensiva reaccionando al embate del gobierno burgués. Entre tantas otras razones, nos estamos luchando por: mantener nuestros salarios y puestos de trabajo, evitar el desmantelamiento de la industria nacional, defender las empresas estatales, sostener la educación y la salud públicas, resistir contra la venta y el saqueo de los recursos naturales y saciar el hambre en los sectores populares.
En este panorama, la mayoría de los reclamos populares revestirán inicialmente un carácter reivindicativo. En algunos casos, el desarrollo del conflicto, dependiendo del nivel de conciencia de las masas y de sus organizaciones gremiales, sociales y políticas, escalará hasta convertirse en un estallido social que empujará al límite la legalidad burguesa. La transformación de un simple reclamo en un incendio social que decante en lucha política abierta contra el régimen es algo que preocupa a los gobiernos provinciales. El fantasma del que “se vayan todos” comienza a hacerse eco en sectores del pueblo. Un ejemplo claro de este fenómeno se produjo en Misiones donde, luego de semanas y meses de lucha, los trabajadores docentes lograron una importantísima victoria para recomponer sus salarios. La unidad de base de las maestras misioneras, que logró agrupar a otros sectores sociales, puso de rodillas al gobernador Hugo Passalacqua e hizo temblar el poder del Partido de la Concordia Social de Carlos Rovira.
Sin dudas, los trabajadores debemos tomar la experiencia de la lucha misionera para aprender de ella y extraer conclusiones que nos orienten. También debemos comprender que es vital reagrupar nuestras fuerzas, no desesperarnos, mantener y llevar a la práctica los principios de la unidad y la solidaridad para desarrollar y profundizar cada uno de los conflictos que se presentan. Debemos prepararnos para dar batalla y lograr victorias concretas que tiendan a aglutinar y darle dirección política a todos los reclamos populares. Tenemos que ser pacientes porque partimos desde condiciones aparentemente desfavorables, pues no somos conscientes de la fuerza que realmente tenemos. Sin embargo, debemos confiar en nuestro instinto de clase para revertir la actual correlación de fuerzas.
En términos generales, el gobierno nacional sigue el rumbo de todas las gestiones que colapsaron al país: lo que hay en común en la salida anticipada de Ricardo Alfonsín y la escapada en helicóptero de Fernando De la Rúa con Milei es el insuficiente nivel de reservas en dólares en las arcas del Banco Central. Uno sufrió la hiperinflación, el otro no pudo salir de la recesión y cuando ninguno consiguió dólares, ya sea a través de préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), del capital especulativo o de las exportaciones locales, fueron víctimas de las corridas cambiarias y la fuga de divisas. A esa altura, no hubo truco de magia que los salvara y sucumbieron bajo la movilización popular.
Por estas razones, el oficialismo está en un atolladero, pues ni el FMI ni ningún grupo inversor ni los dueños del complejo exportador le quieren entregar billetes verdes al ministro Caputo que mantiene el cepo cambiario y el Impuesto País. El cepo cambiario es una traba que le impide a la gran burguesía girar utilidades y divisas a sus casas matrices en el exterior. Por otro lado, el Impuesto País es la herramienta recaudatoria del gobierno que restringe la demanda de dólares. Los “barones” de la soja” presionan por una nueva devaluación y la apertura del cepo para liquidar los dólares de sus cosechas. Por su parte, los bancos privados empiezan a encender las alarmas sobre el nivel de reservas del Banco Central y el deterioro económico del país. Es que tras bambalinas, la burguesía financiera analiza que el gobierno recauda fondos a costa de aumentar la deuda comercial de las importaciones, que asciende a nueve mil millones de dólares. O sea, el gobierno acrecienta su deuda evitando pagar las importaciones para mostrar saldos positivos en el Banco Central, algo totalmente inmanejable.
En consecuencia, los sectores financieros apuestan a la subida especulativa del dólar blue y todas sus variantes en la Bolsa de Valores. Quien mejor resume el dilema monetario de Caputo y compañía es la consultora QXP que afirma “El problema de la salida del cepo sigue siendo del tipo huevo-gallina: el factor que dificulta la salida del cepo es la falta de dólares (o el exceso de pesos), pero los dólares no van a aparecer hasta que no se salga del cepo. A confesión de partes, relevo de pruebas.
En esa línea, la burguesía más concentrada no termina de jugar sus fichas por un presidente abandonado en Córdoba a su suerte por los gobernadores que le hicieron el vacío con el fiasco del Pacto de Mayo; que ha sufrido dos derrotas legislativas y que todavía no puede aprobar la reforma laboral debido a la presión y movilización de las masas. Los dueños del poder esperan expectantes a que el fascista Milei logre cumplir lo que prometió hacer. Por ahora, todo el plan libertario se centra en la aprobación de la Ley Bases en Diputados, después de un ajustado empate en Senadores que necesitó del voto de la vicepresidente para inclinar la balanza en su favor. Sin embargo, el oficialismo ha tenido que ceder en sus demandas originales ante la exigencia de sus poco confiables socios políticos de la UCR y del PRO a través de sus senadores provinciales. La no privatización de Aerolíneas Argentinas, el Correo Argentino y la Radio y la Televisión Públicas; la continuación de la obra pública, congelada por decisión de Milei; la no disolución de la Comisión de Energía Atómica y de los entes vinculados con la cultura; la continuación de la moratoria previsional y del financiamiento para cumplir el Plan Nacional de Ciencia 2030, entre otros, fueron algunos de los ítems resignados.
Durante el tratamiento de la Ley Bases en la Cámara de Senadores y en un contexto de protesta social multitudinaria, el gobierno con su ministra de seguridad, Patricia Bullrich, montaron un operativo represivo descomunal para ahogar en gas pimienta a los manifestantes. Palos, gases y camiones hidrantes transformaron una protesta pacífica en una parafernalia llena de heridos y, sobre todo, detenidos a los que pretenden juzgar con la Ley Antiterrorista que Cristina Kirchener le regaló a la burguesía en bandeja de plata. Al mejor estilo de la dictadura de Videla, los detenidos fueron golpeados y arrastrados por las calles a patadas o tirándolos del cabello y todos fueron pasados al fuero federal para ser juzgados penalmente como supuestos terroristas. Aparte de las detenciones arbitrarias, las falsas acusaciones, el uso de figuras penales desproporcionadas, la incomunicación, los traslados durante la madrugada y la falta de aviso e información a familiares y abogados son algunas lindezas de un poder judicial acorde a la mano dura de Bullrich y el compás represivo del gobierno. Y ahora, Cristina, ¿qué nos va a responder, señora, con la ley que miles de veces le anunciamos que serían para reprimir al pueblo…? ¿Alguna vez aceptará cuánto se equivocó y laudó en nuestra contra? ¿Alguna vez reconocerá que con la Ley Antiterrorista nos entregó atados de pies y manos? Desde el PRT REPUDIAMOS la brutal represión de Bullrich y Milei, a la vez que EXIGIMOS la inmediata libertad de todos los presos políticos por luchar.
Sin embargo, tanto las concesiones que tuvo que hacer, como el montaje represivo contra el pueblo y la paridad en la votación no hablan de fortaleza, sino de la debilidad del gobierno: la única manera que tiene para imponer su plan de exterminio es a través de la fuerza en un contexto creciente de rechazo popular.
“Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro”, se sinceró el desbocado Milei. Fiel a sus ideas, el gobierno oficialista está creando las condiciones materiales para su propio desplome poniendo en riesgo el funcionamiento del Estado argentino. Milei, “el destructor”, viene aplicando la motosierra del ajuste puro y duro contra los fondos estatales destinados a las provincias. Un informe señala que el recorte en las transferencias provinciales para financiar gastos corrientes es del 85.4 % si se compara con 2023. La mayoría de las provincias ha sufrido un recorte de fondos nacionales del orden del 80 %, entre las que podemos nombrar a La Pampa, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, CABA y Misiones. La quita de fondos públicos nacionales para el funcionamiento corriente de las provincias está en línea con la idea del presidente de acabar con el Estado por dentro. Milei quiere exterminar el aparato de dominación de la burguesía aniquilando su funcionamiento, algo inconcebible incluso para la misma clase dominante.
Si observamos bien, el incendio social que se vivió en Misiones tuvo su base en el desfinanciamiento deliberado de Milei y Caputo a los gobernadores. Las provincias sin recursos propios, que dependen enteramente del aporte nacional, son las más propensas a convertirse en las primeras en exponerse a la crisis social que genera la Casa Rosada. El mayor temor de los gobernadores es que lo ocurrido en el Litoral explote sin medias tintas en su propio territorio. Eso, en parte, condicionó el apoyo de los senadores a la Ley Bases y empujó a los gobernadores a pergeñar alianzas regionales para rapiñar fondos a cambio de apoyo al gobierno nacional u oponerse a determinados artículos que van en detrimento de sus cajas recaudatorias. Ningún gobernador está dispuesto a perder el control de su gestión por seguir ciegamente a un presidente incontrolable e iracundo.
En los últimos días, Javier Milei tuvo otro de sus tantos días de furia. A pesar de las amenazas de veto presidencial, radicales y peronistas dieron media sanción a la fórmula de recomposición de haberes a los empobrecidos jubilados, desatando una batalla política entre el oficialismo y la oposición; una jugada que le marca la cancha a los libertarios y pone en jaque la capacidad de gobernabilidad de la Casa Rosada que, para no perder la costumbre, volvió a despotricar contra sus adversarios políticos. Habrá que ver hasta dónde se dan cornadas los bueyes mientras el clima en el Congreso se enrarece de cara a la votación de la Ley Bases en Diputados.
Como si faltará más, el oficialismo se va quebrando internamente. Al recambio de gabinete, con la salida del ministro Posse y el ingreso de Guillermo Francos en medio de reproches y acusaciones, se le sumó el escándalo de corrupción del Ministerio de Capital Humano. Sandra Petovello, principal responsable de que millones de personas pasen hambre, se hizo la desentendida cuando la justicia la emplazó a distribuir los alimentos almacenados a punto de vencerse. La ministra eligió deliberadamente no entregar la comida a los comedores populares que alimentan a los pobres de las barriadas urbanas de todo el país. Como buena fascista prefiere que nuestros niños, hombres, mujeres y ancianos pasen hambre privándolos de un derecho básico. Una canallada propia de una miserable insensible.
Aunque el gobierno quiso desviar la atención del escándalo, no pudo tapar la olla de corrupción que salpica a Petovello. Literalmente, ella y su grupo de colaboradores más cercanos falsificaron contratos, nombraron ñoquis y personal inexistente, trucharon facturas y giraron fondos del Estado Argentino para pagarse sobresueldos con la complicidad de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) que avaló los acuerdos firmados. Por más que el gobierno respalde a la corrupta ministra buscando chivos expiatorios, no puede evitar las denuncias penales por su accionar y el juicio político que se merece por estafa y malversación de fondos, entre otros puntos.
El oficialismo, acorralado y presionado por el escándalo, arregló con la fundación CONIN, ligada al OPUS DEI, la distribución de los alimentos en vez de garantizar el abastecimiento a los comedores populares a través de las organizaciones sociales que siempre realizaron la tarea. No es casualidad que el fascismo cuente entre sus filas con sectores antiderechos, “próvida” para que se encarguen de la “caridad” mientras persigue, hostiga y criminaliza con allanamientos de locales a los movimientos sociales y partidos políticos. Desde el Partido Revolucionario de los Trabajadores repudiamos el espionaje, las escuchas telefónicas, la persecución y criminalización del gobierno fascista a las organizaciones sociales y políticas, a la vez que nos solidarizamos con todos los espacios del campo popular que luchan contra el hambre en cada rincón del país.
Corren vientos de organización y lucha en nuestro pueblo; tiempos de movilizaciones y conflictos que crecerán en la medida en la que nosotros, los trabajadores, exijamos el paro general con la CGT a la cabeza o con la cabeza de la CGT y utilicemos nuestra fuerza para derrotar los planes de la clase dominante. Hoy, como en enero, tenemos una ley antipopular que voltear: la Ley Bases, última carta de un gobierno desprestigiado y aborrecido por la sociedad. Si logramos hacer caer el corazón del programa político de los fascistas, todas las ilusiones de la clase dominante quedarán hechas pedazos. El gran castillo de naipes del oficialismo empezará a tambalearse. Será una ardua tarea con avances y retrocesos, pero confiamos plenamente en nuestro pueblo. Los trabajadores hemos de tener el corazón caliente y la cabeza fría para no caer en la desesperación ni en la resignación. Sigamos el ejemplo de Nora Cortiñas, quien nunca bajó los brazos, aún en las peores condiciones, acompañando siempre las luchas de nuestro pueblo; parados, como ella, del lado correcto de la vida, defendiendo con honestidad las causas populares contra el sistema capitalista. Norita no ha muerto: permanecerá viva en todos los que luchamos por derrotar al fascismo. “Me gustaría ser recordada con una sonrisa y gritando bien fuerte: ¡Venceremos! ¡Venceremos! ¡Venceremos!”
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, NORA CORTIÑAS, ¡PRESENTE!
Transitamos épocas de grandes cambios y transformaciones inéditas en nuestra historia. Estamos siendo testigos de la caída del imperio más grande que ha conocido la humanidad y de su orden unipolar. En la vereda del frente emerge sin prisa pero, sin pausa, un nuevo orden de carácter multipolar, con su centro de gravitación en el Oriente, más específicamente, en Rusia y en China. En tal panorama se inscriben los hechos que acontecen en la actualidad y es necesario partir de esa base para comprenderlos cabalmente.
La actual crisis económica en los EEUU, que responde a varios factores, no tiene antecedentes en el tiempo y amenaza con profundizarse aún más en el corto y mediano plazo. De hecho, son cada vez más los analistas afines a la burguesía financiera imperialista norteamericana que vaticinan un futuro muy oscuro para su economía. Con una recesión que ya no puede ser ocultada por los grandes medios de desinformación y una deuda oficial de 34 billones de dólares, es decir, más de dos veces su PBI, el rol del dólar como moneda hegemónica de intercambio mundial se tambalea frente al impulso de los BRICS tendiente a utilizar las monedas propias en los distintos intercambios comerciales. Así lo aseveró hace pocos días ni más ni menos que el mismo Fondo Monetario Internacional a través de su subdirectora gerente, Gita Gopinath. Es preciso recordar que el dólar, hoy, carece totalmente de respaldo en la producción cuya hegemonía se afianzó en 1971 con la gran estafa que significó la declaración de su inconvertibilidad por parte del ex presidente Richard Nixon. De esa forma, el gobierno estadounidense rompió unilateralmente el acuerdo de Bretton Woods que establecía, luego de finalizada la segunda guerra mundial, que la moneda norteamericana podía ser cambiada por oro por sus portadores cuando éstos lo desearan. Un año y medio después, los EEUU acordaron con Arabia Saudita que la producción petrolera del país árabe sería, de ahí en más, comercializada solamente en dólares, garantizando una enorme demanda de los papelitos verdes de los cuales los mismos norteamericanos eran los dueños del monopolio de su producción. Fue así, entonces, que la moneda norteamericana se convirtió, hasta el día de hoy, en un instrumento de chantaje y coerción hacia el resto del mundo que mediante los organismos financieros de la burguesía imperialista, como el FMI y el Banco Mundial, ha servido para el robo y el saqueo de la plusvalía y los recursos de los países menos desarrollados. Hoy, los hechos están tomando otro rumbo y tanto es así que hace más de un año que Arabia Saudita está vendiendo a China su petróleo (el 25 por ciento de su producción total) en yuanes mientras acuerda su ingreso a los BRICS.
La situación política interna en los Estados Unidos transita cambios dramáticos acordes con la crisis económica. El gobierno del títere “demócrata” Biden, prácticamente sin posibilidad de reelegir en las próximas elecciones en noviembre, registra su peor índice de aprobación desde que asumió. Entre las principales causas del rechazo de la población norteamericana se encuentran los terribles resultados de las guerras en Ucrania e Israel, países a los que se les han mandado cientos de miles de millones de dólares que bien pudieron haber sido destinados a sanear los problemas domésticos. Las masivas movilizaciones en distintos puntos del país y las protestas estudiantiles en decenas de universidades en favor de Palestina y en contra del sionismo genocida dan cuenta de un proceso de concientización de sectores de la población que empiezan a poner en duda o directamente descreen de la enorme maquinaria de propaganda yanqui. De poco han servido las miles de detenciones a los manifestantes o las amenazas públicas de varios magnates norteamericanos de “no contratar” a los estudiantes que sean identificados movilizándose por los palestinos; amenazas que, por otro lado, dejan en claro que la libertad de expresión no les corresponde a los trabajadores y al pueblo sino a una sola clase: la burguesía.
En Europa continuamos observando cómo la degradada dirigencia política de las principales potencias sigue empujando a los trabajadores y a los pueblos del viejo continente a pagar las consecuencias de su alineamiento con Washington. Las sanciones antirrusas han privado a los europeos de la energía barata proveniente de Rusia cuya consecuencia es que los gobiernos se vean arrastrados a comprar gas a países como Noruega y Estados Unidos a precios sensiblemente más caros. La recesión económica en Alemania es un ejemplo de lo perjudiciales que han sido las medidas tomadas contra los rusos. Alemania, dueña de la economía más desarrollada del continente, hace pocos años disponía de una pujante industria basada en los precios asequibles de los hidrocarburos provenientes de Rusia. Es de esperar que en un futuro no muy lejano los pueblos les pasen “factura” a sus dirigentes por su lamentable y patética genuflexión con Estados Unidos que tantos perjuicios les viene ocasionando. En los últimos días hemos vistos cómo continúan las movilizaciones en distintos países en favor de los palestinos, que dejan al desnudo no sólo la pérdida de la hegemonía del sionismo y su propaganda, sino la de su principal aliado y financista: los EEUU.
La guerra en Ucrania es un dolor de cabeza que se agudiza con el tiempo para el imperialismo y su brazo armado, la OTAN. Pese a los esfuerzos de los grandes medios de desinformación occidentales, ya no se puede ocultar el fracaso militar ante Rusia, encabezado por el payaso fascista Zelenski, cuyo mandato expiró el pasado 20 de mayo al no haber llamado a elecciones en marzo, como correspondía constitucionalmente. Zelenski, sin legitimidad ni legalidad y con un rechazo de la población ucraniana en aumento, mantiene su papel de peón de la OTAN que, a medida que pasa el tiempo, queda más expuesta como verdadera artífice del conflicto. La desesperación de occidente está desembocando en una escalada cada vez más peligrosa que amenaza con convertirse en un conflicto nuclear. Son los generales otanistas quienes instigan al ejército ucraniano a realizar actos terroristas como los recientes ataques a la población civil en Belgorod (Rusia) o el atentado contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, un aliado del gobierno de Putin quien, antes de ser baleado por un escritor de filiación socialdemócrata y pro Unión Europea, se había manifestado abiertamente en contra de que los países europeos continuaran enviando equipamiento militar y recursos a Ucrania. Pese al montaje del atentado para hacerlo ver ante la opinión mundial como la acción de un “lobo solitario”, se han encontrado intercambios de mensajes entre la mujer del terrorista y los servicios secretos ucranianos... El reciente llamamiento del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, a los países miembros para que continúen enviando armamento a Ucrania -condenado públicamente por el Kremlin- devela que el imperialismo apuesta imprudentemente al agravamiento del conflicto. Rusia, por su parte, continúa avanzando a paso seguro en la región de Járkov ocasionando grandes bajas entre las filas de los fascistas de Kiev y los mercenarios encubiertos de la OTAN. Los recientes cambios en el gabinete ruso implementados por Putin, entre los que se destaca el nombramiento de Andrey Belousov -un economista de mucha confianza del presidente- como ministro de defensa en reemplazo de Shoigú, pueden expresar una prevención del Kremlin orientada a ordenar y optimizar el empleo de los recursos de la defensa para enfrentar una eventual extensión mayor a la esperada del conflicto con Ucrania. Shoigú, por su parte, fue reubicado como secretario del Consejo de Seguridad ruso, algo que, en términos políticos se lee como un ascenso.
Ante tanto engaño de la propaganda occidental, vale recordar que el origen de la operación especial militar rusa en Ucrania no fue una decisión despótica del “tirano” Putin como quieren hacernos creer, sino la sumatoria de agresiones y ataques hacia Mosú: luego del Euromaidan en 2014, que concluyó con el golpe de estado y la destitución del ex presidente Yanukovich cuyas políticas lo acercaban a Rusia al mismo tiempo que lo alejaban de la UE, se inició una virulenta escalada de provocaciones hacia el país vecino. El rompimiento de los acuerdos entre la OTAN y Rusia sobre la no expansión hacia el este de la alianza militar occidental, más la creciente masacre por parte del ejército ucraniano hacia la población pro rusa del Donbass constituyeron una gran amenaza a la seguridad de las fronteras rusas. Por ello, el gobierno de Putin no tuvo otro remedio que iniciar la incursión armada.
Así, los socios occidentales lograron su cometido: empujar a Rusia a un nuevo conflicto con el objetivo de empantanarla en el frente de guerra y de debilitar no sólo su economía, sino también el liderazgo de Putin. Mientras, con la guerra ya en curso, activaron el complejo militar industrial yanqui para facturar miles de millones de dólares a través de envíos masivos de armamentos hacia el frente ucraniano. Con lo que no contaron fue con la efectiva y rápida reconversión de la economía rusa para sortear las numerosas sanciones económicas (apuntadas especialmente hacia su exportación de hidrocarburos) gracias a sus acuerdos con China y a su capacidad de producción armamentística, notablemente superior cuantitativa y cualitativamente a la del conjunto de occidente. Sobre este punto se debe señalar que la producción de armamento de la Federación Rusa se encuentra bajo el control del estado, socio mayoritario de las distintas empresas del sector. No es descabellado suponer que se trate de un vestigio de la economía planificada soviética. Lo cierto es que dicha política, que se extiende también a todos los recursos estratégicos del país, permite armonizar la producción supeditándola a los intereses nacionales. Como contracara, tanto en los EEUU, como en Europa, la producción armamentística y la explotación de los recursos estratégicos están sujetas, principalmente y ante todo, a la ganancia de las empresas privadas. Los resultados, a la vista: un ejemplo que grafica la diferencia entre ambas visiones políticas es el de la producción de municiones de artillería. Mientras Rusia produce 250.000 municiones al mes o alrededor de 3 millones al año, colectivamente EEUU y Europa tienen la capacidad de generar sólo alrededor de 1.2 millones anualmente para enviar a Kiev (datos de la inteligencia de la OTAN publicados en la CNN).
Frente a los errados pronósticos occidentales, Rusia arrasa militarmente a las tropas de ucranianos y mercenarios de la OTAN mientras crece la desesperación en el gobierno de Kiev que, para enfrentar a los rusos, lleva adelante en su población un reclutamiento compulsivo para enlistarla en el ejército. Así, se ha desatado una verdadera cacería de hombres mayores de 25 años que, prácticamente, son secuestrados por la fuerza, por lo cual crece la resistencia de los ucranianos a transformarse en carne de cañón y terminar, a los pocos días, siendo devueltos en cajones y engrosando las tumbas de las decenas de nuevos cementerios creados en los últimos dos años. Es notable cómo se acrecienta, en particular, el papel de las mujeres resistiendo y quitándoles de las manos a los reclutadores a sus maridos, sus hijos y hasta varones desconocidos. Por tanto y a medida que pasa el tiempo, el clima político de Ucrania se tensa y enrarece: Zelenzky pierde, sin prisa ni pausa, el apoyo popular. Su creciente descrédito derivará en que ya no sea útil para occidente que no dudará en reemplazarlo por otro títere obediente para sus intereses y que cuente con mejores perspectivas de gobernabilidad.
Desde que comenzó la Operación Especial de Rusia, occidente no ha parado en escalar las provocaciones en su contra: primero proveyendo armamento de corto, luego de mediano y ahora de largo alcance con “permiso” de los proveedores al gobierno ucraniano para atacar directamente la retaguardia profunda rusa, es decir, cualquier parte del territorio, incluyendo hasta la posibilidad de acomenter con misiles a la mismísima Moscú. Ante cada provocación, Putin ha sido exageradamente cauto, al extremo de comenzar a cosechar críticas de su pueblo que exige respuestas más radicales. Sin embargo, pareciera que la última provocación rebasó el largo vaso del presidente: sus declaraciones ante la prensa internacional en la conferencia que ofreció el 5 de junio dejaron patitiesos a sus enemigos, sean el “Napoleoncito” Macron, el “perdido en las tinieblas” Biden o el “no pero sí” Scholz. Putin, al ver que la OTAN pretende atacar a su país con riesgo para su población civil, sostuvo: “Si alguien piensa que es posible suministrar tales armas a una zona de guerra para atacar nuestro territorio y crearnos problemas, ¿por qué no tenemos derecho a suministrar armas de la misma clase a regiones del mundo en las que habrá ataques contra instalaciones sensibles de esos países?”. ¡Oh! ¡Sorpresa! ¡Se cansó el gran oso! Desde que pronunciara tales declaraciones, en tono pausado y con una media sonrisa, ha congelado a los otanistas que jugaron con fuego desde que promovieron el golpe de estado en Ucrania, allá lejos por 2014. Por tanto, tendrán que pensar muy bien antes no sólo de cacarear cual gallito encocorado como Macron, sino de apuntar una sola bala contra el territorio ruso. Son muchos los países en conflicto con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, especialmente. Si Rusia les proporciona armas a todos sus enemigos, descubrirán en carne propia que toda decisión política tiene sendas consecuencias que pueden ser mucho más peligrosas si se enfrenta y provoca a la mayor potencia nuclear del mundo. La inteligencia de Putin y su gobierno radica no sólo en la prudencia y el haber sabido esperar para dar el zarpazo, sino en el ponerse de igual a igual y pagarles con la misma moneda.
Otro de los focos de conflicto en el tablero mundial lo constituye Medio Oriente, más específicamente Israel y el genocidio que, bajo órdenes de Netanyahu, ejecuta sobre la población palestina en Gaza. Más allá de las mentiras pergeñadas por la propaganda imperialista, el ejército sionista se encuentra embretado en un conflicto en el que tiene nulas posibilidades de salir victorioso. Ya han sido varios los funcionarios y los altos mandos militares que no ven otra perspectiva que una futura derrota mientras que la inteligencia militar israelí admite que el 65% de las redes de túneles de Hamas se encuentra en perfectas condiciones. El gobierno del estado sionista que continúa cosechando un repudio cada vez más generalizado alrededor del mundo, se encuentra sumido en una desesperación cada vez mayor y no menos peligrosa. El episodio del “accidente” que se cobró la vida del presidente iraní Ebrahim Raisi y de varios funcionarios y militares del país persa, está cubierto de enormes sospechas que apuntan hacia los servicios de inteligencia israelíes. Son varios los analistas que sugieren que el helicóptero siniestrado que llevaba a Raisi, un Bell 212 de fabricación norteamericana, fue blanco de un ataque electrónico que anuló todos sus mandos mientras volaba por el norte del país, a pocos kilómetros de la frontera con Azerbaiyán. Si se llegara a comprobar la participación de elementos extranjeros en el incidente, se podría esperar una respuesta no menor por parte de Irán, como sucedió con el atentado a su embajada en suelo sirio hace unos meses, respondido con un ataque de drones y misiles a una base militar israelí. El reciente pedido de captura de la Corte Penal Internacional al sionista Netanyahu, que pesa también sobre varios dirigentes de Hamas, da cuenta del cambio de la correlación de fuerzas que venimos advirtiendo entre el decadente orden unipolar y el orden multipolar. Los dirigentes políticos del imperialismo y sus socios empiezan a despedirse de la impunidad de la que gozaron durante décadas ante todos los crímenes que ejecutaron sobre la humanidad. No queremos dejar de expresar nuestra solidaridad con el pueblo palestino y nuestro repudio a los ataques sionistas contra la Franja de Gaza.
Netanyahu, por su parte, tampoco tiene salida: o continúa la guerra o va preso por las causas por corrupción vigentes contra él. El viejo adagio de que cuando no se pueden resolver los problemas internos se deben sacar las contradicciones al plano internacional, parece ser su política: ahora anuncia una nueva guerra y pretende atacar el Líbano, lo cual terminará de incendiar Medio Oriente. Se olvida este sujeto que ya Hezbolla le dio una paliza que terminó con el retiro anticipado de las tropas israelíes en el sur del Líbano en el año 2.000. Y también se olvida que el aliado más cercano y poderoso de los libaneses es Irán…
La consolidación de la alianza ruso–china, que genera tanto escozor en el bloque occidental, continúa su camino. Hace dos semanas, la visita de Putin a China, en la que el mandatario ruso fue recibido prácticamente como un zar, constituyó toda una declaración ante el mundo: “Los rusos y los chinos somos hermanos”, dijo el jefe del estado ruso. Sus palabras no pasaron inadvertidas para el mundo por tratarse, justamente, de los representantes de los dos países que lideran el orden multipolar. Esa unión preocupa al imperialismo, por ello ha puesto tanto empeño en desarmarla. Sin embargo, paradójicamente, en los hechos y especialmente con su política de sanciones, ha terminado fortaleciendo el camino de desdolarización encarado por los BRICS.
En la actualidad, Rusia, China y el resto de los países miembros del bloque se encuentran en tratativas para crear una nueva moneda de intercambio internacional que tendría respaldo en oro y también en los llamados “commodities”’ de los distintos países. Además, se prevé que en un plazo de un año se comience a emplear un nuevo sistema financiero más equitativo, por fuera del dólar, que tenga no un solo centro como en occidente, sino varios distintos, menos burocráticos y más respetuoso de la soberanía de cada país. Frente a este panorama, la burguesía financiera sabe que tiene los días contados y que juega a contrarreloj, razón que la convierte en una clase cada vez más peligrosa para la humanidad pues, ante la imposibilidad de poder derrotar a sus enemigos (Rusia y China) a través de guerras convencionales, el único camino que ve posible, en su nihilismo, es la confrontación nuclear. Y si actualmente todavía no hemos visto volar sobre nuestras cabezas ojivas nucleares es gracias al trabajo y a la prudencia de quienes encabezan la lucha por la multipolaridad.
El capitalismo no puede dar respuestas a las necesidades insatisfechas de la humanidad, empujada más y más a la miseria y al hambre. Los pobres somos más y cada vez más pobres, mientras que los ricos son cada vez menos y a la vez más ricos. Son momentos de grandes cambios, los trabajadores debemos ser conscientes de que bajo este sistema nuestro futuro es lúgubre. Nuestro camino es seguir trabajando por la unidad de nuestra clase y de los sectores populares para enfrentar los atropellos de quienes nos explotan y oprimen. La construcción y el fortalecimiento del Partido Revolucionario son hoy más necesarios que nunca, pues el partido es nuestra herramienta fundamental para elevar el nivel de conciencia de las masas y darles una correcta dirección política hacia las transformaciones necesarias. Sólo bajo el socialismo podremos construir la sociedad que realmente nos merecemos.
FUERA DEL PODER, TODO ES ILUSIÓN
¡TRABAJADORES DEL MUNDO, UNÍOS!
Por: Rosa Vermelha
Para relatar esta experiencia es menester, primero, dejar claros algunos puntos de partida: en el PRT, cuando mencionamos al confuso y amplio concepto de “campo popular”, nos referimos a todos los explotados, excluidos y aquéllos que, aún sin serlo, adhieren y trabajan abrazando su causa. No nos referimos a sus dirigencias, sino a sus bases.
Desde este lugar, hablar de la unidad implica tener en cuenta a las, hoy, confusas, decepcionadas y muy tristes masas peronistas con todas sus variantes, entre ellas, los llamados “kirchneristas”. Aún si estuviéramos en una situación prerrevolucionaria, ninguna revolución podría hacerse sin ese amplio sector social y movimientista del campo popular. Pensar que se los puede obviar como si no existieran, para nosotros, es ceguera política o forzar la mirada para reducirla al ínfimo agujero de una cerradura.
Por otro lado, debemos abordar al sectarismo como práctica política lamentable que se ha ido acrecentando, prácticamente, en TODAS las organizaciones políticas, tanto del peronismo, como de la izquierda, marco histórico que complejiza la construcción de un mínimo proyecto común. Unos rechazan a otros sin encontrar puntos de coincidencia de los muchos que hay como para lograr esa tan cacareada unidad que todos declaman en discursos y pocos, casi ninguno, puede plasmar en hechos concretos.
La unidad amerita una arquitectura colectiva de varias cosas: la construcción de confianza en primer lugar y, luego, la fraternidad como práctica cotidiana; el abandono de los pruritos peronistas que engloban y estigmatizan a toda la izquierda con la palabra “trosko” cada vez que no coinciden con alguien; el abandono, también, de los pruritos de la izquierda, sobre todo lo que conocemos como “gorilismo”; la osadía de hacer la prueba y jugarse para intentar un acercamiento sin prejuicios; el abandono de viejos y remanidos slogans que, casi siempre, no son verdaderos, tales como: “con los peronistas no se puede hablar” o “ustedes son responsables de tal o cual cosa por no haber votado o por votar en blanco”, grandes prejuicios que he escuchado mil veces tanto de uno, como de otro lado.
Ni todos los peronistas son sordos e iguales ni toda la izquierda es homogénea. Lo cierto es que hay muchas variedades de unos y otros, de una y otra ideología. Sin embargo, a lo largo de décadas, el sectarismo se ha ido incrementando sobre la base de mil prejuicios, algunos con base material y otros con base estrictamente subjetiva. El subjetivismo, los viejos rencores hacia Perón o Cristina y todos sus errores políticos (que los tuvieron), los estigmas tales como que los “troskos” venden pan o fotocopias, atraviesan los discursos y las prácticas. No es fácil romper con esto, pero sí es posible. Para ello, como primer paso, se necesita la decisión política de acercarse venciendo los prejuicios, priorizar los puntos en común, poner la voluntad de construir juntos una respuesta única y colectiva a los grandes males que hoy nos aquejan a todos llevándonos al hambre, la pobreza, la desocupación, la miseria, la pérdida de todas las políticas del estado en favor de los que más necesitan y hasta la entrega de los recursos naturales del país, de las empresas del estado, la salud y la educación públicas, conquistas que bien nos supimos conseguir con la lucha de todos y de muchos que nos antecedieron.
Vemos cómo todo se va por la borda mientras, entre nosotros, no somos capaces de organizarnos y cerrar filas. Unos lo podrían hacer con el puño cerrado en alto y otros con los dedos en V. Todos estamos potencialmente capacitados para lograr la esquiva unidad hacia un mínimo proyecto colectivo que nos represente a sin excepciones, especialmente cuando existe una crisis de dirección en la mayoría de los partidos burgueses que se expresa con la carencia de dirigentes que interpreten y representen fehacientemente los intereses de nuestra clase.
Para decir verdad, la crisis de representatividad es un escollo que sume a las masas en la confusión, las paraliza y, para mayor desgracia, las inmoviliza. Mientras la clase dominante lleva adelante el mayor proyecto de traslado de nuestros ingresos hacia sus fauces, esas mismas masas debatimos temas de una pequeñez infinita que nos dividen más y más a la vez que sostenemos discusiones secundarias y absurdas que alimentan nuestro propio fraccionamiento que, así, termina siendo absolutamente funcional a la clase dominante y sus gobiernos de turno.
Sin embargo y a pesar de este panorama negro, oscuro y desalentador, algunos lo estamos intentando a través de unidades en la acción y construyendo confianza entre nosotros con GENEROSIDAD. Ejemplo de ello son las organizaciones sociales y piqueteras en su lucha o las multisectoriales de todo tipo que abordan la defensa COLECTIVA de variados temas: los Derechos Humanos, los recursos naturales, los puestos de trabajo, la comida para los comedores, el pago de planes sociales, el aumento de las jubilaciones y salarios, etc.
No, no es fácil la unidad. No viene envuelta en papel de regalo y con moñito. Es trabajo, decisión política, búsqueda de consensos, priorización de los puntos en común por encima de las disidencias y repito: sobre todo, es construcción de confianza, la cual necesita, sin excepciones, de nuestra generosidad.
La nuestra no es una “receta” teórica, sino una práctica que estamos llevando a cabo en diferentes lugares del país, ahí donde podemos y estamos. En lo personal, estoy inserta en la Multisectorial de Derechos Humanos de Avellaneda. La mayoría de quienes la integran son peronistas, por supuesto, dado que es un distrito peronista. Mi voz marxista, sin embargo, no sólo es escuchada y tenida en cuenta siempre, sino muy respetada por mis compañeros multisectoriales. A lo largo de varios meses juntos, comenzando por pequeñas cosas, hemos sabido y podido construir lo principal: confianza y respeto por cada uno de nosotros. Podemos consensuar, priorizar lo que nos une, discutir sin “matarnos”, realizar tareas colectivas y, pasado el tiempo, reírnos de nuestras históricas taras y hasta querernos y cuidarnos las espaldas con verdadera solidaridad y enorme cariño. Aunque parezca una pavada, militar con alegría y poder reírnos de nosotros es una maravillosa experiencia que amerita el esfuerzo y el tránsito por ella.
No, no pensamos todos igual en la Multisectorial de Derechos Humanos de Avellaneda, lo sabíamos de antemano cuando nos sentamos juntos por primera vez. Tuvimos algunos disensos y algo de resquemor al principio, muchos basados en los prejuicios que todos portamos en la espalda y la memoria política. Sin embargo, nos rescato como grupo humano estupendo, que ha logrado plasmar en hechos ese sueño de la unidad. Sé que esto es hoy y que corremos peligros y riesgos, como dirigentes que pretendan usarnos en favor de tal o cual candidatura y presiones políticas partidarias que intenten obviar autocríticas necesarias y pasarnos por arriba arruinando nuestra experiencia colectiva, ninguneándola o creyendo que lo hacemos para sumarles votos “ovejas” a cualquiera, aunque veo que muchos reniegan del dedo político imponiendo candidatos, de la tragada de sapos como práctica cotidiana y están hartos de la manipulación política. En eso, también estamos de acuerdo.
Pero el presente agobiante es hoy, no estamos en campaña electoral. Ni siquiera se plantea algo así en nuestras reuniones. Estoy convencida de que cuánto más se multipliquen este tipo de espacios y experiencias, menos fácil será que cualquiera se apropie de ellas. También, creo que vale la pena ampliar la mirada, abandonar el ojo de la cerradura para la militancia política, descubrir a nuestros pares de clase viviendo juntos las mismas penurias que nos unen en la desgracia. Esta incipiente unidad nos fortalece y gratifica justamente porque hoy nos hermana la necesidad de encontrarle una salida conjunta a un gobierno que no hace discriminaciones porque viene por todos, sin excepciones: mientras la burguesía cierra filas, el campo popular no es capaz de encontrar la salida colectiva.
Si somos capaces de movilizar contra el DNU y la Ley Bases, cimientos de más penurias para nuestra clase, no debería importarnos si marchamos con los dedos en V o los puños en alto. Ni siquiera es necesario que recordemos la unidad de los trabajadores del Cordobazo ni la hermandad del marxista Agustín Tosco y el peronista Atilio López. Nos alcanzaría con recordar las jornadas en contra de la reforma previsional de Macri, en diciembre de 2017, cuando pudimos movilizarnos y cuidarnos las espaldas de la represión más allá de las banderías políticas. Y, si traigo este hecho al presente, es porque vi cómo la solidaridad arrasó con las diferencias con una generosidad que sueño se repita porque, hoy, es imprescindible, INELUDIBLE.
La unidad no es una entelequia teórica, sino una elección de vida para cualquier militante. Es el mayor acto generoso que podemos tener en favor de los nuestros, los que son como nosotros: trabajadores, desocupados, pobres mil veces humillados y sometidos.
No, no es fácil la unidad. No viene envuelta en papel de regalo y con moñito pero está dentro de nuestras posibilidades y, hoy, es nuestra única salida.
¡A vencer o morir por la Argentina! Y, si les hace bien: ¡Libres o muertos, jamás esclavos! ¿O acaso esas dos consignas del pasado no son unitarias, no reflejan nuestros sueños POSIBLES del presente…?
CRÓNICA DEL ÚLTIMO ADIOS
¿Quién puede poner en palabras cúmulos de sentimientos entremezclados? Y no, no es fácil, porque parece que una tiene mucho para decir y después no sabe cómo ni por dónde comenzar.
Sé que más de uno sabía que llegaría este día. Sin embargo, lo racional no camina a la par de lo emocional. Una cosa es lo que dice la cabeza y, otra lo, que siente el corazón, solía decir el Negro. Y es verdad.
En nuestra cultura occidental, mal que nos pese, la muerte es un cuco difícil de asimilar, sobre todo, la muerte de nuestros seres más queridos y de esas personas que, sabemos, son insustituibles. Me pasó con el Negro y me pasa ahora con Norita.
La muerte de estos seres, faros para muchos y muchas, mojones de un antes y un después de ellos, forzosamente, nos lleva a pensarnos solos, algo más desamparados, mucho más desvalidos cuando se van de viaje final.
Tras un largo recorrido, llegamos a la Mansión Seré con Claudio y Drusila, ambos de la Secretaría de DDHH de Avellaneda. La charla en el auto me distrajo lo suficiente como para dejar de llorar. Pero, al llegar y hacer la cola para pasar por escasos segundos delante del féretro de Nora, dejé de esforzarme en detener las lágrimas. De lejos, porque todo estaba vallado, alcancé a ver su rostro blanco y pequeño, apenas un mechoncito de pelo, ahí, durmiendo entre banderas, banderines, remeras y todo lo que una se puede imaginar como ofrenda del corazón de cada grupo de militantes. Antes de entrar me encontré con Laura, el suyo fue el primer abrazo.
Como en las despedidas de los grandes mandatarios, desfilamos por cientos y cientos a paso cansino hasta llegar a ese lugar para detenernos, apenas esos segundos finales, sabiendo que era la última vez que la veríamos. ¡La última vez!
Mientras unos entraban, otros salían. Si algo nos hermanaba eran el dolor inconmensurable y la tristeza profunda. Creo que pocas veces sentí que, al fin, algo nos unía como un solo cuerpo, sin banderías ni un quítame esas pajas, lo que hubiera disgustado mucho a la madre de todos. Allí estábamos sus hijos, las semillas que esparció sin descanso. Sus hijos diversos desfilábamos a paso lento mientras sonaban quenas y sikus con música del norte, algo que ella habría disfrutado sin dudas. Su imagen batiendo palmas asaltó mi memoria, algo guardado de una tarde soleada en Plaza de Mayo. Su rostro, su sonrisa, su pequeño y a la vez tan grande puño en alto diciendo ¡venceremos!
Sólo unos segundos para golpearse el pecho y tirarle un beso. El último. Sí, todos sabíamos que llegaría este momento, pero la soñábamos eterna, la necesitábamos eterna.
Salí como parte de esa fila interminable, apoyé mi dolorida columna sobre el enorme árbol de la puerta y lloré con todas las ganas. Un compañero, vaya una a saber quién era, se me acercó: “¿Querés que te traiga una silla, compañera?”. Una silla para el alivio pero, más que todo, una silla como búsqueda de algo que diera consuelo, un gesto solidario, un acto de amor anónimo. Me senté debajo del árbol y ahí me quedé sola mirando las cientos de personas que se encontraban, se abrazaban. En el salón me había encontrado con Luis, un compañero de las rondas de los jueves y no sé si le dije algo o sólo me apoyé en su hombro a llorar, de par a par, de hermano a hermana.
De lejos lo vi al Vasco, le pegué el grito ¡Vasco! Y él vino con el abrazo tan presto como el de Laura, el de Luis. Después pasó el Sueco y me dio su abrazo antes de irse apurado a hacer la fila de los escasos segundos de última vez. Le mandé un mensaje a Soledad, con quien nunca nos vimos personalmente y que quería que nos encontráramos. Vino, me tomó las manos, me dio muchos besos, nos abrazamos infinitamente, nos quedamos juntas… Tan tristes… tan tristes…
Volvieron Claudio y Drusila. Pasó Jorgelina y me besó las manos mientras yo le acariciaba el pelo. Pasó Julieta, su cara seria y consternada. ¡Cuánto sabemos ambas de dolor y pérdidas! ¿Qué nos íbamos a decir? Se despidió apurada con un “nos tenemos que ver” que, creo, fueron las únicas palabras que mediaron entre nosotras.
¡30.000 compañeros desaparecidos, presentes! ¡Ahora y siempre! Los coros se repetían una y otra vez entre los cientos que colmábamos ese espacio al aire libre mientras caía la noche. Se levantaban los puños, los dedos en V y nadie se fijaba en nada. Era día de hermanos en el dolor. Era tarde de despedida de nuestra madre, la de todos.
Llegaron dos compañeros de mi organización, uno con sus dos niños que miraban todo eso sin entender demasiado… “Papá, Estela llora”. “Sí, porque murió alguien muy querida para ella”. Detrás de sus rulos dorados me escudriñaba desde esos ojitos inocentes y curiosos. Cuando se venía el final, arreciaron los cánticos, las consignas que pronunciaba Nora con su infaltable ¡Venceremos! Sin embargo, de repente, todos callamos, abrimos espacio para que pasaran los autos que se la llevarían para siempre de nuestro lado y quedamos clavados sobre el piso con una mudez colectiva que, creo, no habría sido más pesada si nos la hubiéramos propuesto.
Me ahogué. El cuerpo me temblaba del llanto. Me abrazaron mis compañeros de militancia, me acarició una chica desconocida… Y, como me pasó a mí, se desataron los llantos de muchos y muchas. Mujeres, varones, viejos, jóvenes llorando al unísono, atravesados por el dolor de la despedida, lo que tantos temimos antes, lo que supimos siempre… ¿Qué va a ser de nosotros sin Nora…? ¿Qué va a ser de nosotros?
Salió el auto y ya las consignas no parecían un coro afinado: cada cual decía lo que quería. O, quizás, lo que podía, lo que sentía y muchos, apenas, un “chau, Norita” desolado.