PRT-ARGENTINA
Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

Tamaño de texto + / - 10 de Agosto - 2023

EL PRT OPINA

INTERNACIONAL

LA ÚLTIMA PALABRA LA TIENEN LOS PUEBLOS

La crisis de superproducción capitalista continúa su curso agravando la situación interna en los EEUU. Mientras el gobierno del demócrata Biden intenta, sin mucho éxito, ocultar la recesión, los despidos y la inflación, se siguen sumando problemas y dolores de cabeza para la burguesía financiera imperialista norteamericana.(Leer mas)

EL COMBATIENTE

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Imprime esta página - Tamaño de texto + / - Editorial - Abril 2024

EDITORIAL EL COMBATIENTE Nº 87

...Y AL QUE NO LE GUSTA...

“Las clases dominantes siempre han procurado que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece, así, como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas..."

Rodolfo Walsh

El gobierno fascista de La Libertad Avanza ha generado la peor crisis económica, política y social de los últimos cuarenta años de democracia burguesa en el país, cuyas últimas consecuencias todavía están en fase de desarrollo. Para tomar real dimensión de la recesión económica que vivimos, podemos mencionar que el país está sufriendo un estancamiento similar al de los niveles de la pandemia. De manera brutal y deliberada, Milei está ahogando y aniquilando a las fuerzas productivas del país o, mejor dicho, destruyendo frenéticamente la maquinaria del funcionamiento capitalista. Si el combo inflacionario y la recesión se mantienen en el tiempo, ambos factores causarán un fenómeno conocido como estanflación que: “implica la aceleración de la inflación coexistiendo con tasas de desempleo elevadas".

Para la clase dominante es uno de los peores escenarios para enfrentar pues ello provocaría el aumento desmedido del malestar social entre los trabajadores y las masas que, sin nada para perder, deberán pelear por su subsistencia. Por ello, todos los activistas y luchadores del campo popular debemos estar preparados y atentos a los acontecimientos políticos que se presentarán imprevistamente, adecuando la táctica a los cambios de situación sin desviarnos del objetivo central: la derrota de los planes inmediatos de nuestro enemigo de clase: la burguesía.

Ninguna gestión anterior aplicó un ajuste tan feroz sobre la vida de los trabajadores y las masas como el Nerón de barrio Milei. Desde la crisis social del 2001, al compás del piquete y la cacerola, que significó el fin de la convertibilidad y la consiguiente devaluación ejecutada por Eduardo Duhalde, todos los gobiernos de la clase dominante ejecutaron una política devaluatoria para enriquecer a unos cuántos a costa de nuestras espaldas. Si tomamos como punto de partida el año 2002, podemos afirmar que hubo, al menos, DIEZ devaluaciones del peso superiores al 5%. Tanto la administración de Cristina Fernández en 2014 (12,5%), como Mauricio Macri en tres períodos: 2015 (40%), 2018 (21%) y 2019 (25%) y Alberto Fernández (22,8%), realizaron devaluaciones que empobrecieron al pueblo. Cada depreciación del peso fue un golpe a nuestros bolsillos y condiciones de vida que nos recortó el trozo del pastel de la renta y la plusvalía generada por nosotros para alimentar la voracidad de la burguesía más concentrada.

A pesar de que es una práctica común a todos los administradores del Estado Burgués sin distinción partidaria, en algunos casos, como última medida pues ya conocen el efecto dominó que puede tener, el fascista Milei llevó esta política a extremos inauditos, guiado por su reaccionario manual de economía del siglo XIX. Incluso, el FMI, organismo de los buitres financieros, le pidió un poco de moderación: “Hay que sostener los esfuerzos para apoyar a los más vulnerables, para que el peso del ajuste no caiga desproporcionadamente sobre las familias trabajadoras”.

La burguesía financiera teme la posibilidad de un brote de disturbios y revueltas sociales que pongan en jaque el orden institucional. A priori, la incapacidad del gobierno y la clase dominante para estabilizar la situación podría explotarle en las manos.

En estos tres meses de gestión, la alianza gobernante muestra fisuras internas como consecuencia de las pujas de poder interburguesas. Por eso es sumamente importante analizar las fracturas dentro del bloque gobernante. Cada debilidad de nuestro enemigo es una ventaja que debemos aprovechar en nuestro favor. La interna entre Villarruel y Milei, que significó la derrota en el Senado del DNU presidencial, fue una jugada política destinada a vaciar de poder al actual ocupante de la Casa Rosada. No es casualidad que, ante la preocupante caída de la imagen del leoncito animado, que ronda el 52% de percepción negativa, surjan sectores del mismo partido que especulen con la posibilidad del recambio y hagan sus propias movidas tratando de posicionarse para sentarse en el sillón de Rivadavia. La burguesía no desea ningún cimbronazo, pero tampoco es ciega y no ve con buenos ojos a un gobernante que en pocos meses de gestión se desgasta día a día con un 70 % de la población que lo responsabiliza de haberlos empobrecido y acumula derrotas legislativas bajo la presión popular.

En grandes rasgos, podemos enumerar cuatro bloques que pulsean sacándose los ojos dentro del gobierno: por un lado, Milei y su grupo íntimo compuesto por su hermana Karina Milei; Santiago Caputo, operador y nexo con las finanzas de la city porteña; su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, administrador de los negocios de Corporación América y Molinos Río de la Plata entre otros y Luis Caputo, hombre de los bancos y grupos especuladores, brazo ejecutor de las reformas en favor del capital financiero, el monopolio de la energía y los hidrocarburos (Techint, Bulgheroni). Por otra parte, está Villarruel, quien aglutina a los genocidas encarcelados, a viejos cuadros golpistas del ejército, a fervientes sectores nacionalistas católicos del país y a grupos industriales medio inconformes con el rumbo económico. Por último, y no menor, Villarruel cuenta con aceitados contactos con las FFAA norteamericanas: si algo puede saber bien es cómo orquestar golpes institucionales y voltear presidentes. En el tercer escalón aparece Bullrich, quien no resigna su mando dentro del PRO respaldada por las fuerzas de seguridad, alguno que otro gobernador radical, algunos sectores medios y la pequeña burguesía porteña. Por último y marginado en las sombras, asoma Mauricio Macri, que pone huevos en todas las canastas tratando de recuperar peso propio y diseñar el plan B por si el A se va al tacho.

La alianza de gobierno es un rejunte de espacios con distintas extracciones y visiones cruzadas muy marcadas en distintos temas. Si los fascistas no son capaces de dirimir su interna y se profundizan las peleas entre sus principales referentes, se acentuará la descomposición política del gobierno, primera señal de agotamiento y debilidad por lo cual, así dividido y sin unidad de mando, la clase dominante, su verdadera mandante, no estará en las mejores condiciones para aplicar su plan contra un pueblo organizado.

En ese aspecto, lo único que une a los libertarios es su profundo carácter reaccionario, su odio a los trabajadores y las masas pobres, su marcado anticomunismo y su visceral rencor antiperonista. Por eso, no vacilarán en atacar y perseguir, como ya están haciendo, a los dirigentes y activistas sociales que los enfrenten, sin distinción de colores ni banderías políticas. Para el fascismo local, todos nosotros deberíamos desaparecer o solamente quedarnos aceptando ser sus esclavos incondicionales. Nuestra respuesta debe apuntar a la defensa irrestricta de todos los luchadores sociales, unificándolos bajo la premisa de que son nuestros pares, más allá de su pertenencia política. Si el enemigo se está fracturando, nosotros debemos unirnos sin mezquindades ni rencillas del pasado. No es momento para detenernos en menudencias, sino de pasarlas por alto y encarar nuestras luchas enfocándolas hacia nuestros intereses.

Para comprender cómo llegamos a esta situación, en primer lugar, hay que ubicar el triunfo fascista como la sumatoria del hastío de los trabajadores por las condiciones materiales de existencia que atraviesan hace años. El fracaso del retorno peronista de la mano del inútil Alberto Fernández, cuya política en favor de los sectores populares fue insuficiente, por no decir nula, más el acuerdo fraudulento con el FMI, sepultaron las posibilidades del peronismo como continuidad de un proyecto reformista que asegure la contención de las masas dentro del orden capitalista. Vale aclarar que, en el contexto internacional, la postergada integración de Argentina en el BRICS hubiera abierto la puerta al país al universo multipolar de los mercados capitalistas en ascenso para iniciar un proceso de “desarrollo e inversiones” que permitiría reflotar la perimida idea de la conciliación del capital y el trabajo del peronismo.

Sin embargo, lo que no supo ver el peronismo fue la enorme desazón social por la ineptitud de su propia gestión. A eso se aferró el fascismo, alimentándose del descontento y capitalizándolo contra la dirigencia peronista. También aprovechó la falta de conciencia política de las masas que aún no logran recuperar el nivel ideológico y organizativo de los 70, a la vez que se apoyó en una gigantesca maquinaria de propaganda desplegando una gran campaña ideológica “contra la casta” que le permitió encaramarse en el gobierno.

La Libertad Avanza, rostro político del Partido Militar, de las grandes empresas y de los sectores eclesiásticos que financiaron y sostuvieron a la última dictadura militar, es el gobierno elegido por una mayoría popular hastiada. Milei y sus leales son el mascarón de proa de la burguesía más poderosa que busca concentrar el poder político en unas pocas manos, eliminando y doblegando no sólo la resistencia social, sino a los opositores políticos dentro del parlamentarismo burgués. Aclaramos que, a diferencia de otras definiciones sobre las características del actual gobierno, para nosotros, el fascismo se define por representar los intereses primarios del capital financiero como sector hegemónico de la burguesía a nivel mundial y local en detrimento de otros actores burgueses. Al monopolio de la producción, la concentración del mercado mundial y de las finanzas, le corresponde un gobierno con sus mismas características. El gobierno de Milei es fascista pues pretende monopolizar y centralizar todo el poder político y económico en pocas manos: de allí se desprende el objetivo central de la fallida Ley Ómnibus y el DNU rechazado en el Senado que, a su vez, tiene grandes posibilidades de estrellarse en Diputados.

En ese sentido, la razón fundamental del mamotreto de la Ley Ómnibus era modificar de un plumazo las reglas de juego de la economía y la política burguesas a pedido del capital monopólico, eliminando todas las trabas legales y estatales para la apropiación de los recursos y sectores estratégicos de la producción del país. Como una guerra mafiosa, los grandes dueños de todo están enzarzados en una disputa por acceder a nuevos mercados excluyendo a la competencia: la mediana y pequeña industria de las PYMES. Los popes de la UIA, con Paolo Rocca a la cabeza (grupo Techint) y Funes de Rioja (COPAL), son los titiriteros que operan entre bambalinas con su poder de lobby con funcionarios propios dentro del gobierno nacional. Así como hizo el abuelo de Paolo Rocca para quedarse con el monopolio de la industria siderúrgica, comprando las empresas estatales privatizadas por el entonces presidente Carlos Saúl Menem al 10% de su valor (Caso SOMISA), el actual mandamás de Techint pretende apropiarse de YPF y otros activos estratégicos de la mano de la casta libertaria. Por experiencia, los dueños del poder saben que, para lograr sus objetivos, deben quebrar la resistencia obrera y popular eliminando cada uno de los derechos sociales y laborales conquistados por nuestro pueblo en décadas de lucha. Lo que no pudieron terminar de hacer en la última dictadura militar ni bajo el gobierno de Menem y Macri, pretenden realizarlo con esta gestión. Veremos cómo les resulta si la tenacidad y determinación de nuestro pueblo se los impiden.

Por otra parte, Milei, en su cruzada por abaratar y achicar el gasto estatal, ejecuta un plan de despidos masivos contra todos los empleados públicos. Cientos de miles de trabajadores han sido expulsados en las áreas administrativas: CENARD, ANSES, PAMI, CONICET, INCAA, INADI, TELAM, la Salud y la Educación son las víctimas del gobierno nacional. En su guerra contra los trabajadores, el fascista león de papel pretende disolver a un sector de nuestra clase que, por su nivel de organización, es una piedra en el zapato a su gestión. Por lo pronto, las bases estatales y gremios como ATE y UPCN comenzaron a desplegar planes de lucha contra el ataque vil hacia las fuentes de trabajo. Desde el Partido Revolucionario de los Trabajadores nos solidarizamos con cada trabajador que está perdiendo su sustento y fraternalmente los llamamos a organizarse y luchar con unidad apelando al ingenio y la astucia, utilizando todas las herramientas posibles para mantener el empleo. Somos conscientes de que es una etapa compleja, pero no debemos quedarnos de brazos cruzados ni caer en visiones derrotistas, sino que tenemos que recuperar experiencias anteriores, aprender de los que nos antecedieron y confiar en la fuerza de nuestra clase para torcerle el brazo a este gobierno antipopular. Sólo depende de nosotros y nuestra fuerza que caigan los despidos injustificados, el vaciamiento del trabajo y las empresas estatales.

Por otro lado, como habíamos analizado anteriormente, previmos que los libertarios iban a empezar su ofensiva contra los sectores sociales más vulnerables. Milei y su runfla saben perfectamente que su ofensiva contra nuestros jubilados y las organizaciones de desocupados era la mejor forma para comenzar a desorganizar y aturdir al campo popular. Por su rol de trabajadores pasivos, nuestros adultos mayores están más expuestos para ser la variable de ajuste de todos los gobiernos burgueses. Lamentablemente, siempre y en todos los gobiernos sin excepciones, son la principal variable y el sector de clase más empobrecido por el ajuste y la inflación. El cinismo del gobierno es tan grande que decidió pagar los haberes previsionales en dos partes, mientras pretende imponer un aumento miserable por decreto. Es que, para los fascistas y burgueses, los jubilados son un gasto que no da retorno ni genera ganancias ni ofrece ningún “beneficio” pues, como dijo la Canciller Mondino: “si sos un jubilado arriba de no sé cuántos años es casi seguro que te vas a morir”.

Otro sector al que Milei quiso descabezar apenas asumió, fue el movimiento piquetero. Si bien, en un principio, el gobierno intentó -y por momentos logró- desarticular y amedrentar a las organizaciones sociales tratando de dividir a las bases de sus direcciones a través del miedo y la delación, apelando a la persecución y represión abierta, no ha podido desorganizarlas. Sin dudas -y algo no menor para tomar en cuenta-, las organizaciones populares fueron inteligentes para replegarse y no caer en provocaciones en un contexto en el que gran parte de la población, fundamentalmente los sectores medios e incluso los trabajadores, piden mano dura y orden contra los “planeros” y los piquetes. Incluso, planearon astutamente algunas acciones que dejaron mal parada a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Por ahora, a pesar de que el gobierno recortó las ayudas y partidas a los comedores y eliminó miles de planes sociales buscando asfixiar a las organizaciones de desocupados y trabajadores informales, no ha podido conseguir su objetivo final: su desmantelamiento. Es que el gobierno entiende perfectamente que su política económica va a engrosar las filas de pobres y desocupados con hambre y para que no se repita lo sucedido a finales de los 90 y el 2001 debe terminar de raíz con las estructuras organizativas que puedan direccionar políticamente en su contra a los pobres de la ciudad y el campo. Por lo pronto, el movimiento piquetero está dando muestras y señales de unidad imprescindibles para soportar la ofensiva fascista, marcando el camino hacia otros sectores de nuestra clase.

Por último, la masividad de las movilizaciones del 24 de marzo contra la Dictadura Militar fue un síntoma de la capacidad de resistencia de nuestro pueblo, un ejercicio de memoria y de lucha. Pese a la falta de una dirección política que oriente, aglutine y señale líneas de acción en común, igualmente las masas se manifestaron de manera colectiva y expresaron su rechazo al gobierno. Al son de: MILEI BASURA, VOS SOS LA DICTADURA, cientos de miles en todo el país marcharon repudiando al gobierno. Como un canto de batalla, miles de trabajadores, estudiantes, organizaciones sociales, políticas y sindicales salieron a las calles a rechazar el terrorismo de Estado y al fascismo en el poder marcándole la cancha. Más allá de los ataques de funcionarios fascistas quitando monumentos a la memoria de las Madres y las Abuelas, de las pintadas contra los símbolos y los ataques a militantes de Derechos Humanos con que los libertarios del Partido Militar pretenden silenciarnos e intimidarnos, no pudieron lograrlo. La multitud en las calles le mandó un mensaje político a los ocupantes temporales de la Casa Rosada: acá estamos y los vamos a enfrentar, caiga quien caiga.

El fascismo pretende disciplinar los que piensen distinto y eliminar cualquier relato que cuestione su verdad. Milei busca silenciar y perseguir a quienes se opongan a su visión. Para los fascistas, quien se atreva a señalar la connivencia de los medios de propaganda con la última dictadura militar y su rol de encubridora durante la Guerra de Malvinas, es un adoctrinador, como fue el caso de la docente María Soledad Reyes en Punta Indio. Cercenar la libertad de expresión y opinión es típico del manual fascista.

En otro orden, no podemos dejar de señalar el peligro que representa para Argentina el alineamiento en política exterior con los intereses de EEUU. La payasada del actual mandatario libertario en Tierra del Fuego fue lamentable. No sólo se arrodilló ante Laura Richardson, comandante del Comando Sur de las FFAA norteamericanas, sino que ofreció nuestra soberanía a los amos del Norte obviando el reclamo por Malvinas. Un papelón bochornoso del mandamás de La Rosada que se regala como todo títere del imperialismo. En un contexto en el cual el gendarme norteamericano busca desesperadamente una guerra mundial para mantener su hegemonía, que Milei se preste para ser su soldadito en guerras ajenas (como pretende hacer enviando tropas para pelear por Ucrania) puede traernos graves consecuencias. Desde el Partido Revolucionario de los Trabajadores decimos: NO A LA GUERRA IMPERIALISTA.

También denunciamos al gobierno libertario por su injerencia cómplice al servicio de los intereses de la Casa Blanca y lo hacemos responsable de las posibles consecuencias negativas de tal alianza.

Estamos en una etapa de enfrentamientos parciales y sectoriales, de luchas aisladas de trabajadores, desocupados, campesinos y comunidades originarias. Como pueblo, si algo hemos aprendido, es a organizarnos y luchar. También hemos entendido la importancia fundamental que tiene la unidad de todo el campo popular como condición para el éxito de nuestros objetivos. Debemos abocarnos a una política de unidad amplia, generosa, que impulse el desarrollo político de las masas apuntando a barrer con los divisionismos y los prejuicios existentes. Además, dando ejemplo, debemos propender a arrancar a las masas de su ostracismo, resignación, confusión, decepción y tristeza, todos sentimientos subjetivos que las paralizan y las convierten en funcionales a la clase dominante. Ésa y no otra es la tarea primordial que todos los militantes tenemos LA OBLIGACIÓN de construir e impulsar. Quienes, por intereses particulares, miopía política, omisión, mezquindad, inercia, falta de confianza en las masas e incapacidad de articular con aliados naturales y circunstanciales no sean capaces de unificar el sentir y el hastío de nuestro pueblo contra sus explotadores y opresores, también está llevando una política funcional y equivocada que sólo beneficia a nuestro enemigo: la burguesía. Quienes no estén dispuestos a extender la solidaridad de clase hacia todos nuestros pares sin mirar la política por el ojo de la cerradura, fomentan la dispersión y el abatimiento de las masas que deberían pujar por la unidad. A ellos, a los que no están dispuestos a tender la mano generosa, la historia los juzgará. Retomamos las palabras siempre vigentes del Che: “se está a favor de los monopolios o se está en contra de los monopolios”. No hay término medio en los tiempos que vivimos.

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